-¿Por qué me odias?- su voz era rota, al pálido no le gustaba ver así al pequeño maknae.
-No te odio- susurro sentándose a lado del pelinegro que no paraba de llorar, su corazón le dolía pero, ¿Por qué?.
-Claro que lo haces- sollozo y el pálido sint...
Pero me estoy yendo a casa, iré a casa, y si me pides que me quede, me quedaré.
Stay - Miley Cyrus.
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Yoongi despertó con un castaño pegado a él como sanguijuela sin querer soltarlo por más que intentaba retirarlo, admiraba el sueño pesado de su amigo pero estaba empezando a irritarse y juraba que no iba a tardar en empujarlo para que lo soltará sin importar si este caía o no al suelo.
–¡Hoseok!– dijo fuera de si espantando a un castaño que se levanto de golpe con sus cabellos alborotados, sus ojos inchados y un hilo de baba ceca en la comisura de sus labios bajando por su barbilla. –Al fin me sueltas.
El pelimorado se levanto por fin estirando sus extremidades escuchando a sus huesos crujir. Hosoek lo observo mientras sus ojos estaban entre cerrados. No evito no sonreír y levantarse para correr abrazar a su Hyung.
–Fue real, todo fue real– dio pequeños saltos mientras seguía aferrándose a su Hyung quien hizo una mueca alejándose de una.
–¡¿Qué te pasa?!– soltó irritado y no era su culpa, pero no tenia una infinita paciencia como para soportar estar una hora intentando liberarse de los brazos del menor, tenía paciencia pero no tanta.
Sin importar el grito del mayor, Hosoek siguió sintiéndose como niño enamorado, y es que era tan real que aun tenia el recuerdo de como el mayor le había dicho que también lo quería, y eso era algo que admirar y atesorar pues sabia lo difícil que era su mejor amigo, que no tan fácilmente te diría cosas bonitas o acerca de sus sentimientos.
Hoseok sin dudarlo se acerco al mayor para tomar su rostro e impactar sus labios en la pálida mejilla de su Hyung. Yoongi se sorprendió sintiendo como el calor subía a su rostro.
–M-mocoso...– dijo como pudo pues sus mejillas estaban siendo aplastadas.
Hoseok volvió a dejar otro beso para salir corriendo si es que aún apreciaba estar vivo, porque sabía lo capaz que era su mejor amigo no dudando en matarlo en la primera oportunidad.
–¡Yoongi me ama!– se escuchó la clara y fuerte voz del castaño que no paraba de sonreír mientras recorría los pasillos de un lado a otro.
–Maldito mocoso– El pelimorado no dudo en salir de la habitación para empezar a perseguir al castaño y obligarlo a callar si no quería que le diera una patada en las bolas que era lo más probable que pasaría.
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