10

353 67 18
                                    

Era uno de esos años en los que su cumpleaños se sentía como su funeral, sus ojos estaban empañados por lagrimas que no sabían a nada más que a desasosiegos. Era uno de esos días en los que su corazón se arrastraba dentro de su propio hueco mientras los recuerdos de años atrás eran proyectados en su cabeza como una película sin final. Memorias hermosas de las que tenía el mejor sabor, pero de las que tristemente no podía seguir agarrado.

El traje negro, los ojos hinchados y enrojecidos, le daban a Park Jimin esa aura etérea, antinatural. Calmaba los últimos sollozos antes de, secretamente, ir a encontrarse con su viejo amor ¿Qué pasaría con ellos? Él también estaba ansioso por saber. Sin embargo, estaba seguro de que debía ponerle fin a ese ciclo. No porque la noche anterior Namjoon se lo había impedido, tampoco era por los sentimientos que este comenzaba a despertar en él. Más bien, era porque alguien tan sano como Jeon Jungkook no se merecía quedarse intrincado en sentimientos que no darían frutos nunca más.

Antes de salir, Jimin se untó la colonia que el pelinegro le había regalado en el último día San Valentín que estuvieron juntos. La misma que cuidaba como a su más preciado tesoro, solo se la echaba en fechas específicas. —Es hora de enterrar lo nuestro, de una vez y por todas—Se dijo borrando la última de las fotos que tenían juntos, acto seguido arrancó el vehículo con el corazón dándole brincos.

Tenía claro que llegaría tarde a la pantomima de fiesta que le tenían preparada su familia y sus futuros suegros. Octubre nunca se había sentido tan lúgubre, un año atrás, celebraba con su pareja, a solas con un muffin de chocolate supo mejor que cualquier pastel de alta repostería. Sin zapatos, en una pequeña cabaña privada en la Isla de Jeju, sin cámaras ni actuaciones, ni Kim Namjoon apareciendo en su teléfono como lo hacía en ese momento. Detuvo el vehículo para contestar.

—¿Qué deseas?

—¿Dónde demonios estás Park Jimin? —Preguntó el mayor ajustándose el reloj Daniel Wellington que el pelirrojo le había obsequiado en su cumpleaños.

—Estoy camino a atar unos cabos sueltos, solo cúbreme las espaldas por un rato. Adiós —Jimin apenas respiró las palabras y colgó, siguiendo su camino, antes de arrepentirse.

Namjoon negó, pulsando con la lengua el interior de su mejilla. Le era difícil entender los cambios de Jimin y eso lo desesperaba. El menor siempre se las arreglaba para hacer lo que quería y a Namjoon le molestaba tanto como le interesaba saber en qué terminaría aquel "cabo suelto" que Jimin tenía que atar. No necesitó una explicación para saber a quién iba a ver. Dejando de lado a Jimin, la imagen de Lee Dae Hwi cruzó la mente de Namjoon por un segundo. No habían hablado frente a frente después de su última pelea. Lo único que recibía del menor eran correos formales en los que Dae Hwi era bastante escueto a diferencia de antes.

Namjoon salió de su casa empujado por las ganas de tener a Dae Hwi en sus brazos. Caminó hasta la puerta del apartamento del antes mencionado, alzando su mano indeciso si tocar no. Entonces hizo de tripas el corazón, conteniéndose antes de cometer una locura. Con nostalgia miró a la puerta y se despidió en silencio de su amante, porque como su secretario lo seguiría viendo en la oficina. Acto seguido abandonó el edificio donde ambos vivían poniendo rumbo a la dichosa fiesta.

...

El viento otoñal sopló la sublimes notas de la colonia cuando Jimin llegó al encuentro. Fueron teñidos con recuerdos mientras se miraban fijamente antes de mencionar palabra alguna. Meditando próvidamente qué se dirían evitando herir al otro más de lo que ya lo habían hecho. Lo habían pensado toda la noche, incluso consideraron terminar por mensajes de texto. Ambos sabían que eso no era lo correcto.

Jimin abrió la boca y volvió a cerrarla, acto seguido suspiró apretando los labios hacia adentro. Sus ojos ya no tocaban a su compañero, quien por el contrario estaba fijo en él. Estaban tan cerca, pero la distancia en sus corazones era fría, cortante y los separaba años luz de distancia. Jungkook ya no podía mirar a Jimin de la misma manera, luego de haberse enredado con su mejor amigo.

Life in the SpotlightDove le storie prendono vita. Scoprilo ora