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—Hay gente que entra en tu vida para enseñarte todo lo opuesto al amor. Tú, eres ese tipo de persona.

—¿Cómo se supone que te enseñe amor si todo esto es fingido? —Namjoon rodeó a Jimin con una sonrisa traviesa, acercándose más al pelirrojo quien comenzaba a sudar frío silenciosamente. Este último contuvo la respiración fijando sus ojos en los de su compañero quien no paró de acortar la distancia entre ellos.

—Mi pregunta es— Susurró el mayor con coquetería—¿Cuándo te vas a meter en el papel? —Logrando así, que la piel de Jimin se electrificara a la velocidad de un rayo.

Era se tipo de sensación incontrolable, la que hacía a Jimin desesperar, incapaz de resistirse al poder de la voz de ese hombre. La sonrisa engreída, la altura e incluso la personalidad pedante comenzaban a convertirse en la debilidad del pelirrojo. El joven Park parpadeaba sin cesar tratando de componer una oración que no salió de su boca porque sus labios ya estaban anudados a los de Namjoon.

Jimin había visto venir el beso, pero no huyó de él. Al contrario, enredó sus manos alrededor del cuello de Namjoon mientras el mayor lo apretaba a su cuerpo. A fin de cuentas, tendría que fingir más besos como ese. A pesar de que no deseaba acostumbrarse a la oleada de emociones azotando su cuerpo cada vez que sus labios se tocaban.

Sus bocas se movían en la misma sintonía con la que latían sus corazones. No era un beso lascivo, aunque sus lenguas se tocaron varias veces con sutileza. Namjoon se centró en lamer y morder el labio inferior del menor quien suspiraba de vez en vez. Inconscientemente Jimin se apoyó a su nuevo auto, repitiendo en su cabeza frases que no lograron apartarlo de la realidad que ese beso le restregaba en la cara.

Saboreaban aquel beso como si fuera real, mintiéndose a sí mismos. Namjoon fue el primero en pegarse más al menor este se echó hacia atrás avergonzado, tratando de evitar que su prometido notara su erección. El peligris sonrió sobre los labios ajenos dejándole claro a Jimin que él no era el único excitado.

—Es normal—Susurró sin separar sus labios—Somos gays, nos excita todo esto. —Afirmó sin parar de besarlo.

Ciertamente el joven Kim, desde el primer día que lo vio, había anhelado tocar esos labios con los suyos. Jimin era una tentación a la que no podía resistirse sin importar cuántas barreras levantara. Por un segundo la preocupación por Lee Dae Hwi se instaló en su mente, pero fue borrada inmediatamente por la presencia de quien estaba a su merced devolviéndole los besos.

Dos hombres guapos y adinerados, besándose apasionadamente bajo el exquisito clima de una noche otoñal. Ese escenario tan cliché avivaba una pequeña y desconocida llama dentro de los corazones de ambos. Se puede fingir sin amar, pero es imposible amar fingiendo. Las palabras resonaron en la mente de Jimin haciendo que se separara de un tirón.

—¿Por qué? —Preguntó Namjoon algo desconcertado mientras su pecho se inflaba al tratar de respirar.

—De...deberíamos irnos. —Jimin odió la falta de seguridad en su respuesta mientras recuperaba la estabilidad no solo de su respiración, también de su corazón.

Malditos nervios que siempre lo hacían quedar en ridículo, logrando que actuara como un adolescente al que le robaban su primer beso. Park Jimin admitió que eso podía pasarle una vez, pero cada vez ya era demasiado ¿Quién rayos era ese hombre para hacerlo sentir de esa manera? ¿Con qué derecho comenzaba a borrar el recuerdo de Jeon Jungkook?

Jimin entró al carro irritado consigo mismo, entregado completamente al silencio que cubrió sus labios y expresión. Ni siquiera tuvo la cortesía de sentarse al lado del conductor. Esos cambios de humor arrebatados eran los que le recordaban a Namjoon que no debía involucrarse con alguien como Park Jimin. Debajo de la hermosura, los labios sensuales y la sonrisa brillante, se escondía un chiquillo caprichoso e impredecible que a penas podía valerse por sí mismo.

Life in the SpotlightWhere stories live. Discover now