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Él, quien nació en un nido de oro bendecido con riquezas. Quien no conocía lo que eran las carencias materiales, parecía estar escaso de las cosas más importantes, sobre todo en el amor. Su corazón era taladrado por los recuerdos de ese viejo amor al que aún no dejaba ir. Estaba sentado en el auto que recibió como regalo del hombre con el que estaba obligado a casarse. El mismo al que no podía amar libremente porque ya era de alguien más. Desmoronándose en una cascada de llanto, mientras contenía las ganas de ir a buscar a su ex. Que ironía.

Park Jimin se ahogaba en sollozos mientras contemplaba las fotos en el perfil de Jungkook. El encuentro con el pelinegro había sido suficiente para desestabilizarlo hasta el punto de haber ido a buscarlo. Sin embargo, el rubio no tuvo el valor de completar su acto. No tenía sentido caminar sobre sus propias palabras. Primeramente porque ellos ya no tenían futuro, luego, yacían en él los nuevos sentimientos que empezaba a albergar por Namjoon.

Mordió su puño para aminorar los quejidos de su llanto hasta que una fingida calma se cernió en su interior. Estaba confuso, triste, cansado. ¿Habría algún día en el que sentiría todo lo opuesto a esas emociones tan cansinas? Jimin luchaba una guerra emocional sin armas ni refuerzos. Por eso siempre terminaba hecho trizas. ¿Dónde se había metido Taehyung? Necesitaba a su mejor amigo. 

El tiempo cuando va de la mano del karma, son capaces de traer caos a donde había paz. ¿Cómo pueden los tiempos de cuatro personas ser tan irónicamente imperfectos? ¿Con qué derechos gustaba él de Jeon Jungkook? Taehyung continuaba perdido en sus preocupaciones, tanto, que dio un brinco cuando su teléfono comenzó a vibrar. Él sabía para qué Jimin lo llamaba, mas no estaba preparado escuchar una sola palabra.

¿Se reconciliaron? ¿Se habían besado por todo el tiempo en el que no se vieron? Tal vez llegaron al consenso de seguir amándose a pesar del matrimonio fingido. No eran pocas las interrogantes que cruzaban la mente del castaño. Él no quería saber nada de eso, porque él había visto con sus propios ojos como el carro de Jimin no se movió durante el tiempo que él  esperó en silencio, hasta que decidió irse.

Iba rumbo a ese bar en el que siempre se encontraba con Jungkook, con la esperanza de que este estuviera allí esperándolo para desahogarse. Se sentía como un bueno para nada, celando en silencio a su mejor amigo, amando a la ex pareja del antes mencionado. Si de algo era consciente Kim Taehyung, era que su atracción por Jeon Jungkook había crecido a algo más.

Ellos habían comenzado a pasar más tiempo juntos, últimamente no se solo encontraban en el bar donde todo se originó. También salían a citas casuales, que él mismo planeaba con una excusa diferente cada vez. Aún así, ambos caminaban con pies de plomo alrededor de aquel romance prohibido en el que ellos evitaban hablar de sí mismos por miedo a terminar hablando de Jimin. Desafortunadamente tenían a una persona importante en común.

Kim Taehyung sintió la tierra estremecerse bajo sus pies una vez se bajó del vehículo. Sus manos sudaban y el corazón estaba a punto de salírsele del pecho mientras caminaba hacia el establecimiento. En silencio, oraba porque el hombre de cabellos negros estuviera ahí. El incluso le había enviado varios mensajes, que no fueron contestados. Sus ilusiones se convirtieron en desengaños cuando no vio el rostro familiar al que esperaba encontrarse.

Entonces tomó asiento en la mesa de siempre, ordenó una botella de vino y comenzó a ahogar sus desasosiegos en el rojizo líquido. Incluso la música del lugar parecía estar en su contra. Quizás todo era una señal para que se alejar del pelinegro como había meditado muchas veces.

Tu amor no tiene mi nombre,

nunca seré ese hombre.

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