25

297 44 10
                                    

Despertó con la resaca pateándole el trasero y aturdido por el vozarrón de Taehyung quien lo apuraba a alistarse. Por el altavoz del móvil del antes mencionado se escuchaba a su madre gritando como un loro todo tipo de regaños y advertencias. El gran día había llegado y Park Jimin no estaba preparado para los eventos a los que debía enfrentarse. Aunque él sabía que no era nada nuevo, porque su cumpleaños fue el mismo circo lleno de monos desconocidos. En verdad, no se sentía con ganas de entregar su libertad. Nunca la tuvo, y a partir de ese día mucho menos la tendría. Tampoco valía la pena seguir sacrificando su paz mental, porque ya era demasiado tarde.

Taehyung volaba de un lado a otro en el apartamento del rubio esperando a que la señora Park decidiera callarse y colgar. Honestamente tampoco quería seguir escuchando el aburrido discurso sobre qué le pasaría a Jimin si llegaba tarde a la boda. En un arranque de histeria y cuando finalmente se recompuso, el rubio se levantó de la cama con rapidez robando el móvil de las manos de su dueño y poniéndole fin a la llamada. Los dos amigos se miraron con complicidad y compartieron una sonrisa pícara al tiempo que el castaño corrió a la cocina regresando con el recalentado desayuno que había preparado anteriormente.

—¿Desde que hora estás despierto? ¿Qué hora es?—Cuestionó el menor mirando a su celular —Las once y media ¡Por dios! Bebimos demasiado ayer. Teníamos que ir recoger el traje a las nueve. —Se agitó Jimin engullendo lo huevos revueltos y el pequeño platillo acompañante de arroz con kimchi.

—Come despacio. — Taehung tomó asiento en una esquina de la cama bebiendo una taza con té de manzana—Según tus padres la ceremonia será a las tres de la tarde, porque ni siquiera tus suegros estaban al tanto de que Namjoon y tú se estarían casando hoy. Parece que los problemas de comunicación entre los Kim es un mal de familia. Y es obvio que tú y tu prometido no se han hablado durante estos dos días. —Concluyó y Jimin puso los ojos en blanco.

—No creo que tengamos mucho de qué hablar. Hemos acordado que sólo interactuaremos durante las grabaciones...

—Y eso será la mayoría del tiempo—Lo interrumpió el castaño poniendo los ojos en blanco para después robar una fresa del plato de frutas decorado por él mismo. —Ya ríndete, tendrás que estar con ese hombre la mayor parte de tus días hasta que decidan divorciarse y acabar con la farsa. —Jimin suspiró desganado.

—Detesto cuando tienes razón. —Jimin no pudo evitar atorarse con la comida. 

—¡Te das cuenta! Yo siempre tengo razón. —Se burló su amigo esquivando al almohadan que el rubio le lanzó —Vamos es hora de levantarse y brillar como la estrella que eres. Tienes una boda en dos horas.

—No me lo recuerdes. 

Jimin entró al cuarto de baño con millones de sensaciones revoloteándole en el pecho. La ansiedad fue la primera en hacerse presente, seguida por un rubor tierno cuando se pensó intercambiando anillos con Namjoon delante de todos. Entonces su lascivo entrepierna despertó y bajo el torrencial de la ducha, aplacó las insaciables ganas de entregarse a Namjoon. 

Ese hombre realmente se había apoderado de todo su sentir en tan poco tiempo, eso era injusto. 

...

Al otro lado de la ciudad, un furibundo, gallardo y nervioso Namjoon manejaba rumbo a casa de sus mejores amigos, quiénes al verlo llegar con una expresión iracunda dedujeron que algo había sucedido con Jimin. Sin embargo el causante de su fastidio no era nadie más que el mismísimo secretario al que Namjoon decía amar. 

—¿Te dejaron plantado? —Preguntó el bocazas de Yoongi subiéndose al vehículo seguido de su pareja. 

—No estoy para bromas Yoongi. —Bufó el peligris poniendo el motor en marcha.

Life in the SpotlightWhere stories live. Discover now