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—He dicho que no vamos a filmar durante la luna de miel, mamá. —La ira comenzaba a reverberar en el interior de Jimin, como un caldero en fuego. Ya le había repetido lo mismo durante los 10 minutos que llevaban de llamada, pero su madre parecía no entender. —Namjoon y yo acordamos publicar algunas fotos y quizás hacer un en vivo. ¡No, no necesitamos que nadie se encargue de nuestras cuentas! ¿No crees que me subestimas demasiado, mamá? Nosotros podemos manejar el contenido y la interacción con los usuarios.

Jimin sintió el calor de la mano Namjoon extenderse sobre la suya. Para él era increíble cómo el simple roce de ese hombre despertaba reacciones en todo su cuerpo, haciéndolo estremecer. Con una timidez efímera, su mirada se encontró con la del antes mencionado, quien le murmuraba en voz baja que no perdiera el control. La sonrisa contagiosa del peligris logró que los labios de su acompañante se iluminaran en un dos por tres.

—¡Jimin, hijo! —Esta vez fue el sonido de la voz de su padre el que hizo al corazón de Jimin trepidar. Jimin le respondió con desinterés, mismo que no hizo al señor Park retroceder en lo que se preparaba a decir.—Sé que todo esto parece hilarante para ti. Pero recuerda que en el amor y los negocios, el dinero es el único que gana y el primero en crear discrepancias. Así que te aconsejo proteger tu corazón.

Mordiendo su labio inferior, el heredero de la familia Park contuvo las palabras que realmente quería disparar hacia su padre. Jimin estaba convencido de que a ninguno de sus padres le interesaba su bienestar emocional. Siendo sincero consigo mismo, intuía que la  supuesta preocupación de su padre venía del temor a perder el dinero y los beneficios que traería ese matrimonio forzado, dado el caso de que el rubio y Namjoon terminaran enamorándose.

Desde la creación de todo ese circo, Jimin había dicho tanto, e incluso aún tenía más que decir. Pero al fin y al cabo no tenía sentido seguir repitiéndose como un CD roto. Primero porque ya estaba atado a Namjoon legalmente y, por último, esa atadura comenzaba a trascender a un nivel sentimental cada día que pasaba junto a él.

—No se preocupe padre. —Humectó sus labios resecos por la ansiedad que se desorbitaba en su interior—Podemos hablar después de que regrese de la luna de miel. Nos vemos en una semana.

Park Jimin hundió el dedo en la pantalla de su teléfono, poniéndole fin a la llamada antes de que alguno de sus padres pudiera soltar otro de sus disparates. El pecho del rubio se infló en un suspiro que no dejó salir. Asegurando el agarre en la mano de Jimin, Namjoon no pudo evitar besar su mejilla luego de darle una mirada indulgente. A juzgar por la ensombrecida expresión de Jimin, era obvio que nada bueno había salido de los labios de sus suegros.

Namjoon sonrió cuando una carcajada a sin vida saltó de los labios del rubio, quien intentaba perderse en la vista del camino hacia el aeropuerto. Sin embargo, aquel gesto era solo una excusa para maquillar su inquietud mientras en su mente volvía a buscar maneras de escapar de aquellos sentimientos que crecían en su interior.

Jimin cerró los ojos por unos minutos y los abrió gracias a la mirada penetrante que le daba Namjoon a su lado. ¿Cómo resistirse a esos ojos fieros y decididos? ¿Cómo deshacerse de las emociones que chispeaban cada vez que sus pieles se tocaban? Pensó con su mirada fija en la de su compañero. —No puedes seguirte enamorando de él—dijo su diablo interior.

—¿En serio no vamos a hablar de nada? —Namjoon decidió ponerle fin al silencio que se había establecido entre ellos.

Con una mirada por el espejo retrovisor el chofer intuyó la fría atmósfera que comenzaba a descender entre Jimin y Namjoon. A pesar de tener la confianza de los Kim, el señor de mediana edad no creía apropiado escuchar las discusiones de la joven pareja. Atentamente y con discreta velocidad, movió sus dedos por la pantalla del tablero del auto y enseguida el sonido de la música inundó el vehículo.

Life in the SpotlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora