Capítulo 12

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-Lo siento.- musite mientras ponía las flores en la mesa.

-No te disculpes, es tu esposo, tiene derecho a mandarle flores a su primera esposa cuando él quiera.- Tom se paró, con una mano metida en el bolsillo del pantalón y la otra sobándose la sien, apartando sus cabellos de su frente amplia.- aunque bien podría estarse cogiendo a la segunda ahora mismo.

-Tom.- exclame con autoridad, como si estuviera por reprender a uno de mis hijos.

-Adaline, creo es mejor que me vaya.-Añadió Tom con rapidez, antes de que pudiera seguir diciendo cualquier cosa. Bufo y se rasco la barba espesa. Se me oprimió el pecho y sentí un nudo formarse en mi estómago, doloroso, como si me hubieran tirado al piso y me hubieran dado un puntapié en el vientre.

-¿A Londres?- pregunte y por un momento pensé que no obtendría una respuesta, él estaba mirando por la ventana, tanteando el clima, que ya estaba más calmado, apenas y parecía una brisa.

-Pues sí.- contesto después de un rato, me quede boquiabierta ante la frialdad con la que estaba actuando, tan rápido se había enfriado todo esto, una parte de mí se encontraba decepcionada, molesta porque por un momento desee que pasaran cosas, me sentía tan estúpida ¿Cómo pude pensar que esto iba a pasar? ¿Cómo pude prestarme a las insinuaciones de este hombre que claramente no tenía nada que perder? El salía ganando, pero yo, yo me habría quedado más nerviosa que antes, con más dudas en la cabeza y eso por mencionar que si no tenía cuidado iba a terminar reavivando una herida que había cerrado hace mucho.

-Tu sabias que estaba casada y que estaba teniendo problemas y...

-Ya sé, no tienes que volver a explicármelo.- me interrumpió de nuevo, cerré mis manos en puño y esquive su mirada. Reprobatoria, juzgándome por ser tan estúpida, por recibir las flores de un hombre que me engañaba.

-¿De verdad te quieres ir?- pregunte y me arrepentí enseguida se habérselo preguntado, una sonrisa burlona se le asomo, lo mejor era seguir intentando esquivar su mirada, era peor si lo veía.

-No.- contesto a secas, golpeado, con la mandíbula tensa y la cara pálida.- no se Adaline, es que ya no.- por un momento su tono se suavizo, pero no fue capaz de terminar su oración.

-Está bien, está bien, Dejamos que esto avanzara demasiado y no estuvo bien.- dije, tomando un poco de la dignidad que me quedaba y encaminándome a la puerta para abrirle, el me siguió, le abrí la puerta y se detuvo a mirarme de frente antes de que pudiera

-Fue un gusto verte de nuevo Adaline.- mire cualquiera cosa que no fuera su cara y asentí.

-Igualmente, cuídate mucho.- conteste y el salió de la habitación, la cerré casi de inmediato, sin darme la oportunidad de mirarlo irse.

Para cuando se había ido, yo no pude más que enojarme conmigo misma por haberme prestado a semejante juego, sentía mi orgullo herido, había comenzado a llorar ¿Por qué hería más mi orgullo el rechazo de Tom que la infidelidad de mi esposo?

Tom.

El día de hoy, cumplí mis dieciocho años y trate en la medida de todo lo posible de esconderme de Roger y compañía, que hacían bromas en los cumpleaños de los otros. Casi lo logre, pero una vez fuera de la escuela y sin haberme llevado el auto a la escuela, fue casi imposible esconderme de él. Me intercepto y me llenaron de huevos, harina y hojas secas. Lejos de paréceme humillante, lo encontré divertido, después de un rato corriendo para que ya no pudieran alcanzarme, pues no pudieron alcanzarme, mi condición era bastante mejor que la de esos holgazanes flojos.

No me dejaron subir al tren. Me encontré a Adaline en la estación, me miro algo asqueada, porque había comenzado a oler a huevo, pero no me dejo, llamo al chofer de su padre, dejo que Chas volviera en el tren y después de unos veinte minutos el chofer paso a recogernos, poniendo una bolsa de basura sobre el asiento, Adaline se fue todo el camino con la mano en la nariz, evitando olerme, no la culpo, incluso yo iba bastante asqueado. Me dejo en casa y mi madre me tomo una fotografía antes de dejarme entrar a la casa. Agradecí a Dios que mi madre no me pidiera que me desvistiera en el jardín, como cuando era niño y llegaba lleno de tierra, lodo y hojas. Mi madre le agradeció a Adaline desde la puerta antes de que se fuera y le grito que no olvidara lo de esta tarde, Adaline correspondió el saludo y grito desde la ventana que no se lo perdería por nada.

When we were youngWhere stories live. Discover now