Capítulo 7

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-¿Por qué no llevas el auto tú?- me pregunto Tom cuando salí de casa, me quede de piedra, nerviosa mientras él seguía avanzando, se detuvo unos segundos después, cuando noto que yo no estaba a su lado.- ¿Qué pasa?- y camino de nuevo hacia donde yo estaba.

-No creo, que sea buena idea.- dije sujetando con fuerza la correa de mi bolso.

-No está lejos, las calles a esta hora están casi vacías y yo te voy a ayudar ¡Vamos!- tomo mi mano y me jalo hasta el auto donde me entrego la llave.

Mis manos comenzaron a sudar y me dejo ahí, del lado de la puerta del conductor con las llaves mientras el corría al lado del copiloto y se sentaba, inclino su cabeza para asomarse por la ventana y sonreírme, luego golpeo el asiento con la palma, como invitándome, termine subiéndome y poniéndome el cinturón de seguridad con ansiedad, lo mire y siguió sonriéndome, como si en el fondo disfrutara de verme así, de ponerme tan nerviosa.

-El primer paso, después de ponerte el cinturón.- bufo y una risilla se le atravesó.- es encender el auto, ahí tienes la llave.

Un torpe jugueteo se apodero de mi cuando tome las llaves y casi las tiraba al suelo, pero logre agarrarlas con fuera y ponerlas en la ranura donde se encendía el auto, el motor rugió y se me erizo la piel.

-Listo.- musite con mi voz temblorosa.

-Necesitas agarrar la palanca, con fuerza y seguridad, sin miedo, para meter el cambio.- lo mire y asentí, metiendo el cambio para seguir después con cada una de las indicaciones que me daba, grite la primera vez que el auto se mató y cuando por fin llegamos a casa de sus amigos, sin contratiempos ni percances, descubrí al bajar del auto que las piernas me flaqueaban, había estado tan rígida conduciendo que ahora caminaba como Bambi.

Al llegar pedimos pizza y Tom había sacado de una mochila que llevaba a cuestas un six de cerveza, con una cara traviesa la puso sobre la mesita de estar, donde comenzaron a comer también papas fritas, yo tome una rebanada de pizza, hubiera querido un plato, pero no tuve valor para pedirlo cuando todos, incluso Tom comían con la pizza en el aire, sosteniéndola todo el tiempo con sus manos.

Una pareja llego de la mano con más cerveza  y luego  otra pareja, pero ellos llegaron sin nada, me pregunte si los padres de estas personas nunca estaban aquí... quizás mi familia era la única rara, aunque si yo tuviera que quedarme sola en casa, no estaría sola, tendría a todas esas personas que ayudaban en casa conmigo, cuidándome. Esta última pareja había traído una botella de brandy que habían robado de la licorera de alguna de sus casas. Aquí no había vasos, bueno los había en alguna parte de esta casa pero, nadie usaba, todos bebían de la botella o de su bote de cerveza, yo solo tome una cerveza y se me estaba calentando, Tom también bebía cerveza, de la botella no dio más que dos tragos, por motivos recreativos, porque él sabía que debía conducir de regreso a casa. Sus amigos volvieron a sacar un porro de marihuana, más de uno, pero solo de uno le ofrecieron a Tom, me miro de reojo y lo vi pensárselo, una parte de mi sentía lastima de que el reprimiera su propios deseos solo por no hacerlo frente a mí, tampoco soy tan delicada.

-¿Puedo probarlo?- la reunión se volvió silencio total, todos se miraban unos a otros, me miraban a mí y miraban a Tom, como si esperaran que el diera su autorización para prestarme su porro de marihuana. Sentada en el suelo me incorpore rápidamente y lo alcance, de las manos de Roger, inspeccione el cigarrillo ese raro y medite lo que estaba a punto de hacer, después de todo una sola fumada de esto no me iba a dejar tirada ¿O sí? Trague saliva y lo acerque a mis labios, intentando recordar mis clases sobre fumadores.

-Adaline, no es necesario que lo hagas si no quieres.- dijo Tom en mi oído, lo mire de reojo, recargado justo a mi lado, con una mano en mi hombro a modo fraternal.

When we were youngDonde viven las historias. Descúbrelo ahora