Capítulo 15

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Regresar a casa luego de haber pasado este sábado tan adorable era realmente un balde de agua helada, sobre todo cuando cada uno de nosotros estaba lidiando con su propia resaca, bebimos café en el camino como si fuésemos unos desquiciados y el pobre de Tom a pesar de que trataba de poner buena cara, se notaba que le pesaba, su piel estaba pálida, sudorosa y tenía los ojos hundidos. Chas y yo en cambio estábamos guardando nuestra buena cara para cuando llegáramos a casa.

Fui la primera en llegar y para mi buena suerte mis padres no estaban así que me apresure a darme otro baño y a buscar en la alacena de la cocina el cofre donde guardaban todos los medicamentos, no encontraba las aspirinas por ninguna parte y tampoco sabía si esto era lo que necesitaba tomar. Me senté en la barra de la cocina algo resignada a atravesar el martirio del día con las consecuencias de mis actos de anoche. Abrieron la puerta de la cocina y me sobresalte al principio, pero era el mayordomo, me sonrió e inclino un poco su cabeza a modo de saludo, mientras guardaba el estuche de cucharas de plata en la alacena.

-¿Qué tal le fue Señorita?- se paró con elegancia al lado de la alacena, con una de sus manos en la espalda, nunca perdía el estilo frente a nosotros.

-Muy bien.- Le sonreí mientras sostenía mi cabeza con mis manos y con los codos apoyados en la barra fría.

-¿Cree que la admitan en Cambridge?- pregunto con un tono amable y que  realmente parecía interesado, emocionado por mi.

-Supongo que hay una gran posibilidad de que lo logre.- Le sonreí  levantando mi cabeza un poco mientras los cabellos me estorbaban en la cara, quise mantenerme elegante y  fresca me resigne y volví a sumir mi cabeza entre mis manos.

-¿Se siente mal señorita?- pregunto acercándose un poco y suavizando aun mas el tono de su cansada voz, la mano arrugada que llevaba en la espalda se  paso al frente y ambas manos se frotaron mientras esperaba mi respuesta ¿Qué se suponía que debía decirle? No podía delatarme ni siquiera frente a él. 

-Sí, un poco.- masculle mirándolo un momento y esbozando una terrorífica sonrisa que el correspondió, pensativo y luego sumiéndome en mi desgracia, de nuevo.

-Sí, debe haber comido algo que le hizo daño.- Se movió con agilidad a través de la cocina y abrió uno de los gabinetes, revolviendo unas cuantas cosas en su interior, cerro el gabinete y luego tomo un vaso de cristal y lo lleno de deliciosa agua fresca, con la paciencia y el cariño que profesaría una persona que en vez de ser un  empleado, te brindaba un miembro de la familia. Camino hasta la barra y se paró frente a mi deslizando esas cosas hasta que quedaron a una distancia a la que pude alcanzarlas.

-Gracias.- musite antes de ver el contenido de la caja de pastillas , le di un rápido trago al agua, la sensación de beber agua era placentera, me sentía muy sedienta, él se había dado la vuelta buscando algo en uno de los refrigeradores, ahí se guardaban las bebidas de todo tipo.

-Tenga, esto le va a ayudar con su malestar.- Me entrego una bebida isotónica y unas galletas saladas, mire las pastillas, eran de esas efervescentes.- Procure beber muchos líquidos, dormir un poco y también trate de que sus padres no se den cuenta lo que está tomando para su malestar estomacal. En ese momento me di cuenta de que él sabía que tenía una horrible resaca, contrario a lo que pensé, no se lo diría a mis padres, le sonreí, tome todas las cosas que me había dado y me levante para irme a mi habitación y seguir revolcándome en mi propia miseria. Pero antes de salir de la cocina me volví hacia el que estaba limpiando la barra de la cocina y le musite un "Gracias" el asintió regalándome una arrugada sonrisa  y volvió a lo suyo.

When we were youngWhere stories live. Discover now