Capítulo 23

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Me distraje por cuestión de unos segundos y me di cuenta que las campanadas que anunciaban el cambio de clase ya estaban terminando de sonar, mis compañeros ya habían terminado de guardar sus cosas cuando yo apenas estaba cerrando mi libro, metí una pluma dentro de él y comencé a cerrar el resto de libros y libretas que tenía desplegados por todo el espacio de mi escritorio.

Mi maestra, me miro de reojo mientras ella tomaba el borrador y comenzaba a borrar la tiza de la pizarra.

-Maxwell.-alce la mirada para verla fijamente y verla dándome la espalda mientras terminaba de borrar lo del pizarrón.

-¿Si?- Pregunte sin perderle pista a sus expresiones cuando se dio la vuelta para volver a guardar sus cosas.

-¿Puedes venir a mi oficina después del almuerzo? Necesito hablar contigo.- Me puso nerviosa, seguro me había encontrado muy distraída estos últimos días, yo sabía que no estaba rindiendo igual pero es que me sentía muy cansada y además, últimamente tenía muchos pensamientos en mi cabeza.

-Claro.- conteste a secas y ella me sonrío antes de tomar su maletín y salir de la clase.

Termine de guardar mis cosas y salí de mi clase, para ir a la siguiente, que quedaba retirada de esta aula y probablemente ya me quedaba poco tiempo, el clima estaba agradable, un poco fresco. Aunque después de haber pasado todo el año en Inglaterra y estos ocho meses en Connecticut ya no me importaba tanto sentir el aire fresco en la cara o llevar suéter todo el tiempo, ya no sentía que extrañara tanto las tardes de piscina en los Ángeles. En el camino al aula salude a un par de compañeros, mi número de amigos se limitaba a uno, como siempre y se llamaba Cameron, pero iba dos semestres adelante que yo, solo que estaba recusando algunas materias y así fue como lo conocí. Por lo que mientras él estuviera en el resto de sus clases, yo no tenía nadie más con quien sentirme cómoda de contar mis intimidades.

Sentí que mi bolsillo vibro y sentí un súbito de energía y emoción correr por mis venas, hacía pocos días mi padre me había comprado este teléfono para mantenernos en contacto, un Motorola en color fucsia muy famoso en el mercado. Me hice garabatos para cargar mi mochila, los libros y mi botella de agua mientras me sacaba el celular del bolsillo del pantalón, emocionada y apresurada, estaba esperando una llamada...

La sonrisa se aminoro cuando mire quien llamaba, era mi madre y le conteste, solo quería saber cómo estaba y le colgué al llegar al salón, me senté y prepare mis cosas como siempre, sentía un nudo en la boca del estómago, saque mi celular del bolsillo nuevamente y me puse a revisar las llamadas y los mensajes de texto, solo por si hubiera alguno que no hubiera podido revisar antes, alguno marcado como spam, algo... Nada.

Quizás en mi bandeja de correo electrónico, porque el ultimo que había mandado era de hace cinco días, pero no me había respondido nada, sabía que estaba ocupado y que necesitaba ser paciente, estaba a unas semas de estrenarse la primera obra que protagonizaría en la universidad, seguramente en cualquier momento tendría una noticia suya.

El vaso de café se había enfriado en mi propia mano y la idea de bebérmelo ahora me parecía algo repulsiva, tenía un terrible sabor de boca, no me refería al sabor amargo que me había dejado el café, si no a la manera en que permitía que su presencia después de tantos años siguiera tambaleando mi vida. Se me entregaría un reconocimiento y seria todo, de vuelta a California, de todas formas odiaba el clima horrible de Inglaterra y la frialdad y sequedad de las personas británicas, odiaba el té de las cinco de la tarde y sus biscuits.

Al terminar la última conferencia, pasaron unos veinticinco minutos antes de que empezaran a entregar reconocimientos, pase al escenario donde el rector de la facultad de historia me entrego un reconocimiento y al dar el discurso menciono una posible invitación para discutir mi libro, después de todo estaba a punto de terminarlo y una vez publicado podríamos discutirlo en otra conferencia. Me invitaron a comer, pero no tenía ganas de hacerlo, prefería ir al hotel a cambiarme, descansar y salir temprano al aeropuerto, así que lo hice.

When we were youngWhere stories live. Discover now