Capítulo 5

196 23 89
                                    

-Bueno, también fue un placer para mí verte Tom.- dio un paso para retroceder y lo vi juguetear con su cabello, más bien como si quisiera arrancarse una parte de él, se mordió el labio.

-Vas a decir que estoy loco, que soy un irrespetuoso... pero, ha pasado tanto tiempo... No vayas a tu cuarto aun, quédate a mi lado toda esta tarde ¡es más, no durmamos en toda la noche! Vamos a recorrer a pie las calles que recorrimos cuando teníamos diecisiete años, vamos a fumar debajo del puente, saltemos al rio Cherwell en ropa interior... Vamos a besarnos en el pasto, es tonto pero básicamente hagamos como si tuviéramos diecisiete años otra vez.- Sentí que me volvía de piedra, que la sangre se me caía hasta los pies, me costaba trabajo mantener la boca cerrada y luego sus manos me tomaron por las muñecas y me jalaron en su dirección, mis manos dejaron caer el par de zapatos que llevaba cargando.

-Estás loco... -susurre.

-¡De remate!- contesto y me beso, un especie de flashback paso por mi mente, el momento de nuestro primer beso en el tren, a oscuras y con miedo, ahora ni siquiera podía decir que me gustaba este beso tan repentino y efervescente, ahora me miraba con los ojos bien abiertos, ansioso esperando una respuesta que no fuera un rotundo no.

-¡Yo soy casada Tom!- le levante la voz haciendo que soltara mis manos de una buena vez y el bufo como siquiera más bien tirar una carcajada al aire.

-¿Podemos dejar de pretender que tu vida es perfecta, qué jugar a la casita en Bel air te salió mucho mejor a ti que a el resto, que tu esposo y tú se aman, que no te sientes sola o aburrida?- se puso las manos en la cadera y me miro desafiante, sus rulos rubios, ligeramente oscurecidos se habían salido de control, no me había sentido tan enojada en tanto tiempo... Creo que ni siquiera me había sentido tan enojada cuando encontré la segunda familia de Harold.

-¿Por qué tienes que asumir que mi vida es así de miserable? ¡Yo no soy el que esta solo cuando llega a casa!- comenzó a reírse y jure que si no hubiera tirado mis zapatos le hubiera lanzado uno en la cara.

-¿Crees que estar solo es lo peor que te puede pasar?- suspiro y se relamió los labios, desafiante al principio pero más emocional al final.- ¡No! Lo peor que te puede pasar es estar con alguien que te hace sentir solo... Yo no te estoy pidiendo que por reencontrarte con tu novio de preparatoria te divorcies, ni que nos convirtamos en amantes, es más, ni siquiera te estoy pidiendo sexo.- fruncí el ceño y mire alrededor temerosa de que la gente nos estuviese poniendo atención, pero no lo hacían.

-Me besaste y luego me pediste que nos besáramos en el pasto y que nadáramos en el rio Cherwell, en ropa interior... ¿Te parece que eso lo hace una mujer casada?- me lleve la mano izquierda al pecho y luego junte mi otra mano sobre la izquierda para acariciar mi dedo anular, el dedo donde llevaba mi alianza y mi anillo de compromiso.

-¡Me parece que lo haría una mujer que está sola en Inglaterra y que quiere olvidarse aunque sea por un jodido momento de que su vida es un asco para así poder reiniciar su vida antes de volver a casa y no volverse condenadamente loca!- Sus palabras quebraron algo dentro de mí y las lágrimas ya habían empezado a brotar con fuerza. ¿Era tan obvio que mi vida no funcionaba como yo quería? ¿Qué sentía que de hecho ya estaba loca? ¿Lucia tan miserable por fuera como lo era por dentro?

Este fue un punto de no retorno porque no pude dejar de llorar, no llore así en ningún momento desde que confronte la situación de mi matrimonio, de hecho no había llorado así en tanto tiempo, eran esas lagrimas que te roban el aire y te nublan por completo los ojos, donde sientes que en cualquier momento te vas a desplomar en el suelo o que tus lagrimas terminaran por erosionar tu cuerpo hasta que ya no quede ni una sola partícula de ti... Y creo que él lo reconoció, el rostro le cambio, sus cejas se juntaron en una sola línea que denotaba tristeza y justo cuando sentí que podría caer el me sostuvo con sus brazos, más fuertes ahora, más grandes, mucho más perfectos para abarcar cada parte de mi cuerpo que necesitaba desesperadamente ser abrazada, sentir el calor de otra persona, de alguien a quien pareciera importarle aunque sea un poco.

When we were youngWhere stories live. Discover now