Capítulo 25

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 Tom

Tres días seguidos marcando a su teléfono, pero solo podía escuchar a la operadora diciéndome que la línea estaba temporalmente fuera de servicio, era mi culpa porque la había dejado muy abandonada y yo aunque había estado incomunicado, no me había esforzado lo suficiente en mantenerme en contacto con ella, pero, es que hasta ahora había podido hacerme de un teléfono nuevo, me decía como consuelo. Llamaba a su dormitorio y solo me decían que estaba en un congreso ¿Seria verdad? ¡Tal vez ya había encontrado a alguien! Se me revolvió el estómago y colgué, guardando el móvil en el bolsillo de mi pantalón y sentándome sobre la duela de madera y sacándome de mi mochila el guión encuadernado en pastas azules de acetato. Intente empezarlo, pero es que no podía concentrarme, volví a cerrarlo y sentí una punzada en la boca del estómago, es que la culpabilidad me estaba matando, bueno, después de todo no había pasado nada... casi nada.

Mire de soslayo al pasillo que daba al teatro y mire de perfil a Lydia ensayando su parte, una turbulenta sensación se me acrecentó, era la culpa y el deseo, lo sabía, esto no había significado nada al principio, pero es que estaba casi todo el día con ella, entre las clases, los ensayos y las presentaciones, fue imposible; en algún momento el compañerismo se transformó en una amistad que rápidamente se volvió un coqueteo inminente de ambas partes, creí que quizás podría ser solo una amistad con algo de jocosidad, pero no, el contacto físico se volvía cada vez más recurrente fuera de los ensayos y el teatro. Hasta que dos días después del estreno, en una reunión en los dormitorios, me beso, me beso y yo en primera instancia no lo sentí forzado, me deje llevar y cuando dejamos de besarnos, nos sonreímos, volvimos a besarnos y no pensé en Adaline hasta que habían pasado otros cuantos besos más...

" Lydia se levantó del asiento y se acomodó un suéter tejido con un diseño a rayas, una pequeña parte de la piel de su abdomen se veía antes de acomodarlo y pude notar un lunar muy bien colocado en una de sus caderas.
Mire a otra dirección, dispuesto a disipar los malos pensamientos, lo logré por un rato, pero sentí algo cerca de mí, era ella, revoloteando como abejorro con su cara adormilada y note que me ofrecía su mano, pequeña y blanca con aspecto de suavidad ¿Quería que tomara su mano?

-¡Levántate Pid!- dijo sonriéndome y unos óyuelos se le marcaron en las mejillas dándole un aspecto muy infantil a su rostro de apariencia calmada, si algo sabía de ella, era que su rostro pocas veces tenía que ver con su verdadero yo, ella era rebelde, divertida, sarcástica, tenía un aire tímido pero en realidad, era de armas tomar y peleonera hasta cierto punto.

-¿A dónde vamos?- inquirió mientras tomaba su mano y ella me daba un jalón, como si pudiera levantarme, parte del impulso fue mío.

-¡Vamos a fumar, tonto!- asentí y la seguí mientras ella no me soltaba la mano, comenzaba a sentirme apenado porque mi otra mano estaba comenzando a sudar, seguramente mi otra mano también estaba sudando y ella no la soltaba ni un poco. Pasamos por entre unos dos grupos de compañeros bebiendo y platicando.

Al cerrar la puerta detrás de nosotros entonces me soltó la mano y deje de seguirla para emparejarme junto a ella, comenzó a hablarme sobre una de las clases y mientras se explayaba comenzó se soltó la cola de caballo y su cabello cayo a la altura de sus hombros, se lo desenredo con los dedos y sujeto con la boca la liga de pelo, mientras seguía hablando con un tono chistoso, toda ella era siempre simple y fresca, relajada a mas no poder, tanto que a veces desesperaba a alguien tan tranquilo como yo y que tendía a tomar las cosas con calma o saber qué hacer en situaciones donde ameritaba trabajar bajo presión, me desesperaba a ratos pero sin duda me brindaba más momentos de risa y tonterías, con personas como ella no había que pensarse mucho lo que se iba a decir, solo pasarlo bien, solo reírnos, solo darnos apoyo y cobijo cuando las cosas se ponían tensas, era imposible aburrirse junto a ella aun y cuando pasábamos el 90% del día juntos. Rejuntaba de nuevo un montón de cabellos rebeldes y cortos que se salían de su intento de cola de caballo, hasta que solo cedió y dejo que su cabello hiciera lo que mejor le pareciera.

When we were youngWhere stories live. Discover now