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He perdido el control del coche –dijo el chico a todos los presentes en general–. He tenido que dejarlo tirado.

park kyung asintió en silencio con la cabeza indicando que lo entendía.

–¿Necesitas que te remolque? –preguntó el señor de aluminio.

–No, tranquilo. Nieva tanto que no sé si podría localizarlo.

Mientras iba sacándose las bolsas, vi que el chico era de aspecto guapo; tenía el cabello mojado, castaño y un poco rizado, con buen porte, y llevaba unos jeans que le iban ajustados. Miró hacia la barra y se acercó a mí.

–¿Te importa que me siente aquí? –me preguntó en voz baja. Asintió con un gesto casi imperceptible en dirección al señor de aluminio. Resultaba evidente que tampoco quería sentarse a su lado.

–Claro que no –dije.

–Es inofensivo –aclaró el chico, que seguía hablando en voz muy baja–. Pero se enrolla como una persiana. Un día me tuvo media hora atrapado. Le gustan mucho las tazas. Es capaz de estar horas hablando de tazas.

–¿Siempre va vestido con papel de aluminio?

–Si no fuese vestido así, creo que no lo reconocería. Me llamo TaeHyung, por cierto.

–Yo... HoSeok.

–¿Cómo has llegado hasta aquí? –me preguntó.

–El tren. –Señalé el panorama de nieve y oscuridad–. Nos hemos quedado atrapados en la vía.

–¿A dónde ibas?

–A GangWon-do. A ver a mis abuelos. Mis padres están en la cárcel.

Decidí que valía la pena intentarlo, decirlo como si nada. Obtuve la reacción que esperaba, aunque solo a medias. Taehyung se largó a reír.

–¿Estás con alguien? –me preguntó.

–Tengo novio –dije.

Normalmente no soy tan tonto, lo prometo. Pero solo podía pensar en Jungkook. Seguía obsesionado con el estúpido mensaje que le había dejado en el buzón de voz.

Taehyung arrugó las comisuras de los labios, como si estuviera intentado reprimir una sonrisa. Tamborileó con los dedos sobre la mesa y sonrió mientras dejaba pasar aquel momento incómodo.

Yo debería haber aprovechado la escapatoria que estaba ofreciéndome con el gesto, pero no fui capaz de dejarlo así. Sentí necesidad de justificarme.

–La única razón por la que he dicho eso –empecé a explicar, al tiempo que caía en cuenta de que estaba metiéndome en un aprieto– es porque se supone que tendría que llamar a mi novio. Pero no tengo cobertura.

En efecto. Acaba de usar la excusa de Jin. Aunque, por desgracia, no tuve en cuenta que tenía el celular justo delante, encima de la mesa, con todas las rayas de cobertura bien visibles. Taehyung se quedó mirándolo y luego me miró a mí, pero no dijo nada.

Yo, sin embargo, tenía algo que demostrar. Era incapaz de callarme hasta dejar bien claro lo normal que era.

–Bueno, antes no tenía cobertura –aclaré–. Hasta ahora mismo.

–Seguramente es por el temporal –comentó él con amabilidad.

–Seguramente. Voy a intentar llamarlo ahora. Seré rápido.

–Tarda todo lo que quieras –respondió.

Que era la respuesta lógica. Porque sólo se había sentado conmigo para escapar de la conversación sobre tazas con el señor de aluminio. No teníamos por qué estar excusándonos sobre cuánto íbamos a tardar en volver. Además, estoy seguro de que Taehyung se alegró de que dejara de hablar.

Se levantó y se sacó el abrigo mientras yo iba a llamar. Debajo llevaba el uniforme de los grandes almacenes Target, e incluso más bolsas de plástico. Cayeron al suelo desde el interior de su abrigo, eran casi una docena. Las recogió todas sin inmutarse.

Cuando saltó el buzón de voz de Jungkook, intenté ocultar mi frustración estirando el cuello para mirar por la ventana. No quería dejar un segundo mensaje patético delante de un chico al que acababa de conocer, así que colgué.

EL EXPRESO DE HOSEOK • VhopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora