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La habitación de Taehyung estaba hecha un desastre. No lo había dicho en broma. Era la antítesis de la habitación de Jungkook.

Lo único que estaba en su lugar era una copia enmarcada de la foto que había visto en su billetera, colocada sobre su mesa de escritorio. Me acerqué y le di un vistazo. Jimin era lindísimo, en serio. Tenía una hermosa melena castaña. Una amplia sonrisa blanquísima, bronceado natural. Era lindo hasta decir basta.

Me senté en la cama deshecha e intenté pensar en lo ocurrido, pero sentía una especie de zumbido en la cabeza. Oí el piano del salón, que alguien estaba tocando, y muy bien. Taehyung interpretaba temas navideños.

Tenían un estilo propio, no era de esos típicos pianistas que tocan de memoria y de forma mecánica. Podría haber tocado en un restaurante o en el vestíbulo de un hotel. Y, seguramente, en algún escenario más importante; en realidad, los dos que se me ocurrieron eran los únicos lugares donde había visto a pianistas. Al otro lado del cristal de la ventana, dos pajaritos se arrullaban en una rama, se sacudían la nieve, uno al otro.

Había un teléfono en el suelo del cuarto de Taehyung. Lo tomé y marqué un número.

Jungkook parecía un poquito molesto cuando contestó.

-¡¿Qué pasa?! -dijo-. ¡¿Qué pasa?! Estamos a punto de ir a...

-En las últimas veinticuatro horas -lo interrumpí-, mis padres han sido detenidos. Me he subido a un tren que ha quedado atrapado por una tormenta de nieve. He caminado varios kilómetros por un camino cubierto por una gruesa capa de nieve con bolsas de plástico en la cabeza. Me he caído a un riachuelo, y estoy atrapado en un pueblo extraño con unos desconocidos. Y tu excusa para no poder hablar... ¿cuál es exactamente? ¿Qué es Navidad?

Eso lo dejó sin palabras. En realidad no era lo que yo pretendía, pero me alegraba ver qué al menos le quedaba algo de vergüenza.

-¿Todavía quieres salir conmigo? -pregunté-. Sé sincero, Jungkook. -Al otro lado de la línea se hizo un larguísimo silencio. Demasiado largo para que la respuesta fuera: «Sí. Eres el amor de mi vida».

-Ho -dijo Jungkook, con voz grave y tono tenso-, no es momento de hablarlo.

-¿Por qué? -pregunté.

-Es Navidad.

-¿Con mayor razón no deberíamos hablarlo ahora?

-Ya sabes qué lío hay por aquí.

-Bueno -dije, al percibir la rabia que empezaba a transmitir mi voz-, tienes que hablar conmigo, porque voy a cortar contigo.

Apenas daba crédito a las palabras que salían de mi boca. Las palabras procedían de un lugar muy profundo de mi ser, mucho más allá del lugar donde las tenía guardadas, mucho más allá de la ideas... De algún cuarto trasero cuya existencia desconocía hasta ese instante.

Se hizo un largo silencio.

-Bueno -contestó. Resultaba imposible describir el tono de su voz. Podría haber sido de tristeza. Podría haber sido de alivio. No me suplicó que no lo dejara. No sé largó a llorar. No hizo nada.

-¿Y bien? -pregunté.

-¿Y bien qué?

-¿No vas a decir nada?

-Hace ya un tiempo que lo sé -me dijo-. Yo también estaba planteándomelo. Y si eso es lo que quieres, bueno, supongo que es lo mejor, y...

-Feliz Navidad -le espeté. Y colgué. Me temblaba la mano. Me temblaba prácticamente todo el cuerpo. Me senté en la cama de Taehyung y me rodeé con los brazos. Abajo, había parado la música y se hizo un silencio atronador en toda la casa.

Taehyung se asomó por la puerta y la abrió con cuidado.

-Solo quería saber si iba todo bien.

-Lo he hecho -respondí-. He tomado el teléfono y lo he hecho.

Taehyung entró y se sentó. No me rodeó con un brazo, solo se sentó a mi lado, bastante cerca, pero dejando un poco de espacio entre los dos.

-No ha parecido sorprenderlo -dije.

-Los idiotas nunca se sorprenden. ¿Qué te ha dicho?

-Que hacía tiempo que lo sabía, que seguramente era lo mejor...

Por algún motivo, me dió hipo. Nos quedamos sentados en silencio durante un rato. La cabeza me daba vueltas.

-Vaya partido -dije sin pizca de humor.

-Nunca supe por qué salía conmigo. Yo era un tipo normal, y él era el mismísimo Park Jimin. Salimos durante cuatro meses. Creía que éramos muy felices. Al menos yo me sentía así. El único problema era que él siempre estaba ocupado, y que cada vez estaba más y más ocupado. Demasiado ocupado para pararse un rato a charlar conmigo delante de los casilleros en el pasillo o para pasar por mi casa, para llamar o para escribirme un e-mail. Así que era yo quien pasaba por su casa. Y lo llamaba. Y le escribía los e-mails. -Me sonaba tanto todo lo que contaba... Y eso era horrible-. Una noche -prosiguió-, se suponía que íbamos a estudiar juntos, pero él no se presentó. Fui en coche a su casa, pero su madre me dijo que no estaba. Y entonces empecé a preocuparme, porque, por lo general, me enviaba al menos un mensaje de texto si necesitaba anular la cita. Me puse a dar vueltas con el coche, buscando el suyo. Verás, aquí no hay muchos lugares adónde ir. Localicé el coche justo delante del Starbucks, lo que tenía sentido. Estudiamos mucho allí, porque... ¿Qué otras opciones nos da está sociedad? A veces, es el Starbucks o la muerte.

En ese momento se frotaba las manos como loco y se hacía crujir los nudillos de los dedos, uno a uno.

-Lo que supuse -dijo con mucho énfasis- era que yo me había equivocado y que, en realidad, habíamos quedado para estudiar en el Starbucks y yo lo había olvidado. La verdad era que a Jimin no le gustaba mucho venir a mi casa. Decía que mi madre le daba mucho rechazo, ¿Puedes creerlo?

Levantó la vista, como si esperase que me riera. Conseguí esbozar una tímida sonrisa.

-Me sentí tan aliviado al ver su coche allí... A medida que conducía, me había ido preocupando. Me sentí como un idiota. ¡Jimin estaba esperándome en el Starbucks! Entré al local, pero él no estaba en ninguna de las mesas. Una amiga mía, Hye, trabaja en la barra. Le pregunté si había visto a Jimin, ya que su coche estaba allí.

Taehyung se pasó las manos por el pelo hasta que quedó todo levantado. Reprimí el impulso de aplastárselo. De todas formas, también me gustaba con ese aspecto. Había algo en su melena revuelta que me hacía sentir mejor; aliviaba la sensación de que algo me quemaba por dentro.

—Hye puso una mirada muy triste y dijo: «Creo que está en el baño».

EL EXPRESO DE HOSEOK • VhopeWhere stories live. Discover now