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¿Quieren saber cuánto tardé en romper con mi novio «perfecto» y meterme con otro? Habré tardado..., a ver..., unos veintitrés minutos. (Me había fijado en el reloj de Taehyung cuando tomé el teléfono. No piensen que llevaba un cronómetro temporizador encima.)

A pesar de lo mucho que me habría gustado, no podía quedarme escondido para siempre en el piso de arriba. Tarde o temprano tendría que bajar y enfrentarme al mundo. Me senté en el suelo delante de la puerta y me quedé escuchando atentamente para ver si lograba averiguar qué estaba ocurriendo abajo. Oí a Yang mi aporreando unos juguetes, y a alguien que salía de la casa. Me pareció tan bien momento como cualquier otro para reaparecer. Empecé a bajar con sigilo. En el comedor, Yang mi estaba toqueteando al Atrapa al Ratón, que seguía encima de la mesa. Me dedicó una amplia sonrisa y se le vio toda la dentadura.

-¿Estabas jugando con Taehyung? -me preguntó.

Lo interpreté como una pregunta con segunda intención. Yo era un chico sucio, lascivo, e incluso una niña de cinco años se daba cuenta.

-Sí -contesté intentando conservar cierta dignidad-. Estábamos jugando a Atrapa al Ratón. ¿Qué tal en la nieve, Yang mi?

-Mi mamá dice que le gustas a Taehyung. Sé meterme una bolita por la nariz. ¿Quieres verlo?

-No, en realidad no deberías...

Yang mi se metió una de las bolitas de Atrapa al Ratón por la nariz. Se la sacó y la levantó para mostrármela.

-¿Ves? -dijo.

¡Oh, sí!, Lo había visto perfectamente.

-¿Hoseok? ¿Estás ahí?

La señora Kim apareció por la puerta de la cocina, roja como un tomate, como si hubiera hecho mucho ejercicio, y empapada.

-Taehyung ha ido a la casa de enfrente para ayudar a la señora Ha-neul a palear la nieve del camino -me explico-. La ha visto peleándose con la pala. La señora Ha-neul tiene un ojo de cristal y problemas de espalda, ¿Sabes? ¿Han pasado una buena tarde?

-Ha estado bien -dije con tensión-. Hemos jugado a Atrapa al Ratón.

-¿Así es como lo llaman ahora? -me preguntó, y me dedicó una sonrisita que me puso los pelos de punta-. Tengo que ir a darle a Yang mi un baño rápido. ¡Si quieres, prepárate una taza de chocolate caliente o lo que gustes!

Dejó de hablar justo antes de añadir: «Futuro esposo adolescente de mi único hijo varón».

Se dirigió hacia Yang mi con un agudo: «Vamos, ahora ya podemos subir», y me dejó allí con mi chocolate caliente, mi bochorno y mi patetismo.

Fui hacia la ventana del comedor y miré hacia afuera. Era cierto, Taehyung estaba allí, dándole alegremente una mano a la vecina en el momento en que ella lo necesitaba.

Estaba huyendo de mí, claro. Era lo más lógico. Yo habría hecho lo mismo. Era muy razonable pensar que mi locura iría de mal en peor. Había seguido un proceso de decadencia continuada, preso de un arrebato de reacciones en su mayoría inexplicables. Siguiendo el ejemplo de mis padres encarcelados, yo era una soga viviente en tensión.

Cualquiera hubiera decidido que era preferible ir a palear nieve con la vecina del ojo de cristal y esperar que yo me fuera.

Y eso era precisamente lo que yo quería hacer. Irme. Salir de esa casa y de la vida de Taehyung mientras todavía me quedara algo de dignidad. Saldría y caminaría hasta el tren, que seguramente no tardaría en irse del pueblo.

En cuanto tomé esa desición, actué con rapidez y salí corriendo hacia la cocina. Tomé mi celular de la mesada, lo sacudí un poco y apreté el botón de encendido y apagado. No esperaba que funcionara, pero alguien se apiadó de mí. Al cabo de unos instantes, el teléfono revivió tras mucho esfuerzo. La imagen de fondo estaba descentrada y las palabras movidas, pero conservaba una chispa de vida.

EL EXPRESO DE HOSEOK • VhopeWhere stories live. Discover now