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Hye puso una mirada muy triste y dijo: «Creo que está en el baño».
Yo no lograba entender qué tenía de terrible estar en el baño. Pedí una bebida, le pedí otra a Jimin y me senté a esperar. En el Starbucks solo hay un baño, en algún momento tendría que salir. No llevaba la portátil ni libros, así que empecé a mirar el mural de la pared donde se encontraba la puerta del baño. Estaba pensando en lo idiota que había sido al disgustarme tanto con él y en como había estado esperándolo, y entonces me di cuenta de que llevaba mucho tiempo en el baño y que Hye seguía mirándome con una cara muy pero muy triste. Mi amiga fue hacia el baño, llamó a la puerta, y Jimin salió. Y con él salió, Seung, el leopardo.

–¿Seung, el leopardo?

–No es un apodo. Es literalmente el leopardo. Es nuestra mascota. Lleva un disfraz de leopardo y hace el baile del leopardo cuando el equipo marca un tanto y todas esas tonterías. Durante un minuto, mi cerebro intentó procesar todo... Intentaba imaginar por qué Jimin y Seung, el leopardo, estaban en el baño del Starbucks. Intenté creer que no se trataba de nada que debieran ocultar porque todo el mundo sabía dónde estaban. Pero, por la mirada de Hye y la mirada de Jimin (no miré a Seung), al final caí en la cuenta de lo que ocurría. Todavía no sé si se metieron allí porque me vieron llegar o si llevaban un rato dentro. Si estás escondiéndote de tu novio en el baño con el leopardo... Da igual, los detalles no importan.

Por un instante olvidé lo de mi llamada. Estaba en el Starbucks con Taehyung, viendo como un animador al que no conocía salía del baño con Seung, el leopardo. En mi visión sí llevaba el disfraz del felino, lo que seguramente no coincidían con la realidad.

–¿Qué hiciste? –pregunté.

–Nada.

–¿Nada?

–Nada. Me quedé ahí plantado, con la sensación de que iba a vomitar allí mismo. Pero Jimin se puso furioso. Conmigo.

—¡¿A santo de qué?! —exclamé yo, enojado en nombre de Taehyung.

—Creo que perdió los estribos porque lo había pescado, y fue la única forma en que se le ocurrió reaccionar. Me acusó de estar espiándolo. Me llamó acosador. Dijo que lo presionaba demasiado. Supongo que se refería a un punto de vista emocional, pero sonó muy mal. Así que, por si no fuera poco lo que había ocurrido, me hizo quedar como un maltratador delante de todas las personas que estaban en el Starbucks, que fue como si se enterara el pueblo entero, porque aquí los rumores corren como la pólvora. Yo quería decirle: «Eras tú el que estaba con el leopardo en el baño del Starbucks. Yo no soy el malo de la película». Pero no lo dije, porque me había quedado mudo, literalmente. Y debió de parecer que le daba la razón. Que estaba admitiendo que era un acosador posesivo, un maltratador y un celoso, y no el chico que estaba enamorado de él, que llevaba más de un año enamorado de él, que habría hecho cualquier cosa que él me pidiera...

Seguramente, cuando ocurrió, Taehyung contó aquella historia muchas veces, pero estaba claro que llevaba tiempo sin compartirla. Había perdido la costumbre. No expresaba gran cosa con el rostro, todo lo expresaba con las manos. Había dejado de frotárselas y en ese momento le temblaban de forma casi imperceptible.

—Al final, Hye lo sacó de allí para tranquilizarlo —continuó—. Y así terminó todo. Yo me tomé un café con leche, invitado por la casa. No salí del todo mal parado. Me convertí en el chico al que habían dejado en público cuando su novio estaba con el leopardo. En todo caso, antes te he dicho eso por un motivo. Te lo he dicho porque ese tipo... —señaló con un dedo acusador el teléfono— es un idiota. Aunque seguramente eso no te importe ahora mismo.

Los recuerdos del último año me volvieron a la memoria a toda velocidad, aunque los veía desde un ángulo distinto de la cámara. Ahí estaba yo, Jungkook me tomaba de la mano, iba un  paso adelante y tiraba de mí por el pasillo, e iba hablando con todo el mundo por el camino menos conmigo.

Yo me sentaba a su lado en primera fila durante los partidos de básquet del colegio, aunque él sabía que, tras recibir el impacto de una pelota perdida, me daban pánico esos asientos. Aún así, nos sentábamos ahí, y yo me quedaba paralizado por el miedo, mirando un partido que, por si fuera poco, ni siquiera me interesaba.

Sí, me sentaba con la flor y nata de los alumnos mayores del colegio durante la comida, pero las conversaciones eran repetitivas. Solo hablaban de lo ocupados que estaban en redactar sus currículum para las solicitudes de la univerdad. Sobre reuniones con los observadores de deportistas para las universidades. Sobre cómo organizaban sus calendarios online  sobre quién los recomendaba para acceder a esta u otra universidad.

¡Dios! Llevaba un año aburrido. Hacía siglos que no tomaba la palabra.

Taehyung estaba hablando sobre mí. Él sí me prestaba atención. Me sentía extraño, como si estuviéramos viviendo un momento demasiado íntimo, aunque, en cierto modo, resultaba maravilloso. Se me llenaron los ojos de lágrimas. Al verlo, Taehyung sacó fuerzas y abrió un poco los brazos, como si me invitara a lanzarme. En algún momento habíamos ido acercándonos uno a otro, poco a poco, y la anticipación se respiraba en el aire.

Estaba a punto de ocurrir algo.

Sentí ganas de levantarme y empezar a berrear. Y eso me enojó. Jungkook no se lo merecía. No pensaba ponerme a llorar.

Así que besé a Taehyung.










EL EXPRESO DE HOSEOK • VhopeTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang