Capítulo II. Compromisos

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Hoy
Isla de Berk
Compromisos

La noche llegó rápido y el frío se tornaban más a medida de la obscuridad. Los invitados junto a los jefes del clan se encontraban sentados todos mientras charlaban, esperando al primogénito del clan vikingo.

Entonces, dos siluetas se hicieron presentes en la sala por la entrada principal. Sin duda se trataba de Hiccup y Astrid. El castaño ayudó a su comprometida a sentarse primero para que después lo hiciera él a su lado. La cena comenzaba a servirse después de que todos los integrantes se encontrarán presentes. En el cual, el primogénito del clan vikingo en ningún momento dejó de admirar a la pelirroja.

Claro que en ocasiones volteaba a distintos lados para no verse un poco obvio, pero como en el primer momento ella siempre tuvo toda su atención. No podía creer lo que estaba viendo, simplemente que Mérida no era la misma chica que había visto la última vez. Por supuesto que se volvió más alta, su mentón ahora era más fino y largo, pero su cabello fue lo que más le sorprendió; se encontraba recogido con broches y distintos adornos que él no comprendía; por qué ella alguna vez le mencionó que odiaba adornar sus rizos. Pero a pesar de todo, ya no sentía la misma energía que una vez llegó a sentir. Cuando estaba con ella en la misma habitación se podía sentir la aventura, emoción, alegría y amor; pero ahora... No sentía nada más que un sentimiento frío y pesado rodeándola.

—Fue casi después de su partida, ¿no es así Hiccup?— Mencionó el hombre rubio al otro lado de la mesa viéndolo mientras lo interrumpía en sus pensamientos.

—Disculpa, no escuché —respondió nervioso el castaño notando que la pelirroja tenía su mirada puesta en él.

—Cariño, Bocón mencionaba de como hiciste que dragones y vikingos vivieran en uno solo —dijo la rubia tomando el brazo del chico.

—Oh claro. Por supuesto que no lo hice todo solo —mencionó para comenzar a reír nervioso.

—Y ahí fue dónde perdió su pierna —exclamó Bocón mientras reía y todas las miradas volvían a él.

—¿Y qué ha sido de DunBroch este tiempo? —habló rápido el castaño para no tener que dar explicaciones sobre su extremidad perdida en batalla.

Entonces alzó la mirada para notar a la pelirroja que seguía comiendo los vegetales de su plato, sin demostrar algún interés en la plática. El castaño esperaba con ansias escuchar nuevamente la voz de su princesa una vez más, pero en ningún momento la escuchó. Desde el fondo sabía que tal vez, la Merida que el conocía, su Merida, se había ido.

—Bueno, Merida al siguiente año de su partida de Berk, rompió una tradición —fue en ese momento dónde todas las miradas se encontraban sorprendidas observó a la chica, que no cambio su rostro frío y serio en ningún momento—. Pero no fue nada malo, al contrario, hizo cambios excepcionales entre todos los clanes escosés.

—No esperaba menos de Merida. Desde que llegó aquí sabía que haría grandes cosas, pero nunca pensé en qué rompería una tradición —mencionó con gracia el hombre para que la princesa sonriera.

—Solamente que no hubiera dejado poner mi mano como trofeo en un juego de hombres —dijo por primera vez en la velada la chica con una sonrisa victoriosa.

El castaño quedó perplejo por la voz de la chica. No solamente por las palabras que dijo, eso fue una maravilla al escuchar. Al verla sintió, qué tal vez por una milésima de segundo, realmente la Merida que conocía seguía ahí dentro. Su corazón comenzó a latir más rápido fuera de lo usual, era como si su alma extrañaba tanto la voz de la chica como a ella.

—¡Esa es la Merida que conozco! Tan capaz de si misma. Entonces, eso significa que no hay ningún príncipe en la lista de espera, ¿es verdad?

—Te equivocas Bocón. Realmente se encuentra comprometida —mencionó la reina mientras soltaba unas risas.

Mericcup: Love In AshesWhere stories live. Discover now