Capítulo XXXI. Nuevo amor

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3 años atrás
Reino de DunBroch
Nuevo amor

—¡Bruja! ¿Dónde estás?

Gritaba la pelirroja, harta, por todo el bosque mientras buscaba a la hechizera de años atrás. Llevaba la mayor parte de la mañana y tarde buscándola por todo aquel laberinto de árboles, pero no lograba encontrarla. Se encontraba frustrada, hoy era jueves de panecillos y se los perdió por nada.

—¡Bruja! Yo sé que estás escuchandome —gritó por último para acercarse a un árbol y recargarse en él—. Por favor, necesito de tu ayuda.

Entonces, de la niebla del bosque, una luz fatuo brotó, una tras otra, formando un camino. En el rostro de la chica se asomó una sonrisa para comenzar a seguirlas. Mientras más se adentraba, su corazón latía desesperadamente ¿realmente estaba haría esto?

Se encontraba frente aquella cabaña, no había cambiado lo suficiente estos dos últimos años. Tenía aquel aspecto de cabaña del bosque, con varias plantas imprecnadas en sus paredes y olor a humedad. Antes de poder tocar, aquella puerta de madera, se detuvo; ahora que se encontraba frente a aquel lugar no sabía si realmente deseaba lo que estaba a punto de hacer. La puerta se abrió.

—Oh princesa, que gustó verte. —habló la bruja desde el fondo de la cabaña insitando a la chica a entrar.

—Me da gusto verte otra vez —dijo mientras caminaba hacia ella con un tono amigable—. Veo que ya no haces cosas de madera, ¿no es así?

La cabaña era completamente distinta. Varias posiones se encontraban en estanterías y hierbas que ayudaban a la elaboración de ellas; había libros con títulos algo extraños para la princesa, algunos juraría haberlos visto en el palacio y otros se trataban de otro la idiomas.

—Y tú ya no eres una princesa berrinchuda —mencionó con tono de burla, la chica iba a responder a aquel comentario pero la interrumpió—. No ya no, gracias a tu pago de la última vez, podemos vivir bien.

El cuervo se encontraba junto a la bruja, ambos frente a una olla enorme con algún líquido que emitía una luz verde de su interior.

—Pero dudó que hayas venido a preguntarme que ha sido de mi vida ¿no es así? Vienes por otra posición. —afirmó la bruja mientras se acercaba a la chica con una sonrisa.

Juraba que si no fuera una bruja, se sorprendería por la habilidad que tenía por deducir las cosas.

—Así es. Necesito de tu ayuda, es acerca de —la interrumpió.

—¿De aquel príncipe rubio? Thomas me parece. ¿Quieres hacerle una pócima de amor? No te lo recomendaría, el jóven se encuentra sumamente enamorado de tí. Si lo hicieras solo traería graves consecuencias. ¿Quién lo diría? La princesa que rompió una tradición de compromiso ahora está enamorada, irónico.

La chica se acercó a la olla junto a la bruja, ahí estaba él. Se encontraba en su barco navegando por el océano, su sonrisa y cabello perfecto eran azotados por la brisa del mar. Su rostro reflejaba que se encontraba perdido en sus pensamientos; seguramente fue fácil de deducir, por la bruja, de el qué o en quién pensaba.

—No se trata de él exactamente. —se tomó del brazo.

—Puedo ver a través de ti princesa; no importa la cantidad de muestras de amor que te dé, los chistes tontos o las veces que te diga te amo. Tú no lo haces ¿verdad? ¿qué te impide amarlo?

La princesa aún recuerda la primera vez que lo encontró en el bosque. Era un día más de práctica de arquería; a pesar de los años, seguía practicando para poder distraer su mente de aquel estúpido castaño. Liberaba, de alguna forma, su frustración al soltar la cuerda.

Mericcup: Love In AshesWhere stories live. Discover now