Capítulo XXVI. No será

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Hoy
Reino de DunBroch
No será

El día en DunBroch amaneció como de costumbre; la cálida brisa del mar se hacía notar en todos lados, mientras que los rayos del sol eran tiernos al tacto. La gente sonreía y se alegraba por la fecha de celebración que cada día estaba más cerca. Todo seguía como siempre, la actitud, de aquel jefe vikingo, amaneció con más alegría que de costumbre.

A varios de sus amigos lo notaron bastante diferente desde esta mañana, saludaba a toda persona que se encontrará con amabilidad y amor en su voz. El chico, es bien conocido por su actitud amable, pero hoy actuaba distinto que los demás días, algo había sucedido.

Toda la noche, el castaño, no pudo consiliar el sueño tan fácilmente. Cada que cerraba los ojos, las imágenes de una pelirroja llegaban a su cabeza y sus suaves labios podía sentirlos en ese justo momento; causando que sonriera y sus mejillas se tornará rojas. Y a pesar que tenía ojeras debajo de sus ojos, no quitaba la alegría en su corazón.

Tan solo pensar en lo de anoche sentía como su corazón trabajaba a mil por hora. Al fin lo sabía, Merida jamás lo había dejado de amar y anoche no cabio duda de ello. Simplemente, no podía ni imaginar todo lo que había sucedido. La idea de abandonar aquel sentimiento vago que sentía por ella fueron totalmente descartados después de aquel beso, jamás creyó poder volver a besar a su pelirroja.

Fue entonces, que mientras caminaba con una sonrisa en el rostro, sintió como su corazón se detenía, ahí estaba ella. Estaba tan hermosa como anoche, ayer, hace seis años y siempre. Se encontraba platicando con uno de sus sirvientes mientras reía a algunos comentarios que él mencionaba, amaba verla reír, la amaba tanto. Fue entonces, que sus risas pararon al encontraste con aquellos ojos esmeraldas y su rostro se volvía serio y confuso. Se despidió, de la manera más atenta, de su compañero y camino a toda prisa por un pasillo entre el castillo.

El castaño no entendió nada de lo que había sucedido en estos segundos. Tal vez se fue porque llevaba mucha prisa o no quería delatar el amor que sentía por él, por todo el castillo, nada podía impedir los sentimientos que florecían en su pecho aquella mañana.

A la hora del desayuno, ella no se presentó por asuntos laborales, mencionó Thomas. Tampoco la vio durante el resto del día que la buscaba por todos lados, incluso al momento de estar en el taller con Varian sus pensamientos lo atormentaban.

—¿Te sientes bien, Hiccup? —preguntó preocupado su compañero.

—Me siento estupendo —le dedicó una sonrisa cálida—. Por cierto, ¿sabes algo acerca de la princesa? No la he visto durante todo el día y necesitaba hablar a cerca de los materiales. —mentía, aquella plática la tendrían la semana entrante.

—Ahora que lo pienso... Anoche que la ví se comportaba de una manera extraña, al igual que está mañana, acudí a ella a su despacho. Pero me mencionó que saldría, tal vez podremos verla más tarde. —sugirió el chico.

Los pensamientos del castaño no lo dejaron descansar durante todo el día. En ocasiones, sentía un gran remordimiento en la boca de su estómago cuando entablaba plática con Thomas, su amigo, ¿cómo podía hablar con él después de lo de anoche? Beso a la mujer, que dentro de poco, desposara en el altar y la hará su esposa. Al pensar en eso, deseaba que él príncipe le diera los golpes necesarios para poder limpiar lo que hizo.

En el transcurso de aquellos días, no vio en ningún momento a la chica. Al momento de la comida, solo se encontraban algunos vikingos junto a sus amigos de los otros clanes, como era de costumbre. Sabía que era por su culpa la ausencia de la chica, aunque ocupará distintas excusas.

Su caminata por los pasillos de DunBroch en la noche eran intranquilos. Quería regresar el tiempo en el momento en el que aquel beso no hubiera sucedido; cuando reprimía sus sentimientos por la chica y reía a carcajadas junto a ella cuando solo quería llorar por su ausencia en su vida.

Mericcup: Love In AshesOnde histórias criam vida. Descubra agora