Mamá pensativa

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⚜️

No importaba cuántas veces su majestad, Daniela narrara la historia a sus dos pequeños hijos, siempre en la misma parte se quedaría callada, pensando y recordando el momento justo cuando por primera vez conoció su cuerpo, la primera vez que se sintió amada en cuerpo y alma, como las yemas de los dedos de la pintora recorrieron cada centímetro de su cuerpo como lo haría un pincel en un lienzo.

Sentía que casi podía escuchar los jadeos que se escapaban de su garganta, el recorrido que sus labios le dibujaron. Podía saborear aún, el sabor de la piel cálida de la chica de ojos verdes.

Los latidos de su corazón retumbaban en sus oídos, como aquella noche en la cabaña donde sentía que el nerviosismo la traicionaría en cualquier momento.

Toda la noche se dedicó a admirar los movimientos lentos, pero precisos y arriesgados de su amada, susurrar mil veces lo mucho que la ama, probar sus labios, morderlos a su antojo, acariciar cada rastro sensible de su piel.

—¿Mami? —Escuchó la suave voz del pequeño Felipe sacándola de sus pensamientos.

—¿Sí, mi vida?

—¿Por qué siempre que cuentas la historia te quedas pensando después de la parte donde llegaron a la cabaña? ¿Te pone triste? —

—No, para nada, mi amor. Es solo que hay una pequeña parte que no puedo contarles.

—¿Pasó algo malo?

—No —Comenzó a reír. —En absoluto, al contrario, pasó algo muy lindo, pero no lo puedo contar porque ustedes están chiquitos.

—¿Y las demás partes donde te quedas callada?

—Es porque pasó algo similar. —Acarició sus cabellos y sonrió. —No hay nada de qué preocuparse, cuando estés más grande, sin la necesidad de que te lo cuente, entenderás qué fue lo que pasó.

—Cuando sea más grande te voy a recordar.

—En realidad no creo que quieras que te lo cuente, pero está bien.

—¿Los cuadros que la pintora hacía son los que adornan las paredes del salón principal?

—Algunos de ellos. 

—¿La reina alguna vez dejó de ser tan mala?

—¿Por qué mejor no seguimos con la historia?

—¡Sí! Pero me gustaría que algún día la pintora nos cuente su historia.

Daniela sonrió con tristeza sin dejar de ver los ojitos claros de su pequeño, sintió como se le estrujó el corazón y las lágrimas se le querían escapar de los ojos. Había una parte de esa historia que le dolía como si le arrancarán ese órgano latente del pecho y lo pisotearan sin piedad.

Entre más avanzaba la historia, más triste se ponía porque sentía que tenía que volver a despedirse de la persona que tanta falta le hace.

Kuquis Soria ❤️

Un Corazón Para La Realeza.-Calle y PochéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora