Capítulo 1: Retratos hipócritas.

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Daniela pov...

Mi madre permanecía sentada en el trono con su típico rostro serio, sin una mueca, nada, solo mantenía su cara sin expresión alguna, no formaba una mínima línea, sus labios rectos, los ojos avellanas idénticos a los míos mirando fijamente el lente de aquella cámara fotográfica, sus piernas levemente cruzadas hacia un lado y sus manos descansaban sobre la falda de su vestido, espalda completamente recta y mentón elevado. Mi padre, tampoco hacía una mínima mueca, recargado con la espalda recta, las piernas separadas y cada brazo descansaba sobre el reposador. Traté de hacer una mínima sonrisa que de inmediato fue borrada por la voz de mi madre.

- La sonrisa forma arrugas, Daniela. - ¿Cómo se supone que se dió cuenta de que estaba levemente sonriendo si no despegaba la mirada de la cámara?

Así es mi madre, tiene un sexto sentido que la hace darse cuenta de absolutamente todo lo que hago, si miento, si he comido, si no he dormido lo suficiente, o incluso, si en mi mente llega la imagen de un delicioso chocolate, lo cual es extraño poder imaginar su sabor si nunca en la vida he probado uno, ni una paleta, ni goma de mascar, el día que estuve a punto de hacerlo, mi madre llegó por detrás mío y me golpeó la mano con el típico abanico de bolsillo que siempre utiliza superficialmente ya que no proporciona nada de aire, el punto es que golpeó mi mano con eso logrando tirar la goma "Una princesa nunca masca chicle, es un hábito vulgar" después de decir eso dirigió su mirada a Laura, mi dama de compañía. Sin necesidad de palabras con una sola mirada la logró intimidar y bajar la cabeza. 

- El chocolate da caries, Daniela, contiene una gran cantidad de azúcar y calorías, puede inflamar tu cuerpo e incluso, acelerar tú ritmo cardíaco.- ¿Lo ven?

Mi padre giró los ojos negando levemente con su cabeza, Wilson, mano derecha de mi padre se acercó con cautela, hizo la típica reverencia y tomó entre sus manos, con cuidado la corona de mi padre para colocarcela despacio y con demasiada atención, como si el mínimo movimiento la pudiese romper.

Mi padre es el hombre más bueno, noble, bondadoso, fuerte, capaz, alegre, y amoroso que conozco en todo el universo, es mi ídolo, mi ejemplo a seguir. Acomodó mejor su postura recta,  y fijó su mirada en la cámara a pasos de nosotros.

- Deja de babear por tu padre, Daniela.- De nuevo mi madre ¿Qué no se cansaba de ser tan amargada? - ¿Dónde está Juliana? - Preguntó luego de ver que el fotógrafo no capturaba la imagen. - ¿Dónde está Juliana, Daniela?-

- No lo sé, madre. - Respondí de la misma manera en que ella me lo preguntó, sin mirarla.

- No puede ser ¿Porque siempre tiene que ser así? ¿Vez en lo que las conviertes, Germán? -

- ¿Wilson? - Por primera vez habló mi padre.

- ¿Sí, majestad? -

- ¿Dónde se encuentra Juli? -

- Esta mañana tenía clases de equitación junto a la princesa Daniela, pero solo la menor regreso. - Golpeé mentalmente mi frente ¿Porque Wilson no se podía quedar callado un momento?

- Dani, mi vida. - Me llamó mi papá.

- ¿Sí, papá?-

- ¿Dónde se encuentra tu hermana? -

- No lo sé, papá, le pedí que por favor no faltara al retrato y prometió hacerme caso.- No mentí, bueno, un poco, solo en la parte de que en realidad sí sé dónde está, en los establos compartiendo saliva con el profesor de equitación. Yo no soy quien para hechar de cabeza a mi hermana.

- No mientas, Daniela. - Mi madre de nuevo. - Las princesas no mienten ni solapan a las indecentes de sus hermanas. - Tal vez yo no soy princesa al final de cuentas, tal vez yo no quiero serlo, no si serlo significa convertirme en una amargada como tú. Pensé.

Un Corazón Para La Realeza.-Calle y PochéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora