29. Debe expresar sus emociones sin miedo

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Cuando era pequeña, Navidad era mi celebración preferida del año porque siempre recibía un montón de obsequios. Estaban los de mis padres, los de Santa Claus y los que otros amigos y parientes enviaban por correo o dejaban en casa el fin de semana previo.

En ese entonces, y antes de que Erik naciera, en casa se organizaban fiestas a las que venían tíos, primos y abuelos a los que solo veíamos una vez al año. Ahora, cada uno tiene su propia familia. La mayoría de los niños crecimos y la tecnología nos mantiene en contacto con mayor frecuencia. Creo que el cambio se dio el año en el que falleció la bisabuela Kathy. Absolutamente todos estaban relacionados a ella de una forma u otra: sus hijos, sus nietos, las parejas de estos, etcétera. Sin embargo, cuando ella murió fue como si arrancaran el núcleo del encuentro.

Desde hace seis años somos solo nosotros: mamá, papá, mis hermanos y el tío. Cada tanto, viene alguien más. El resto envía postales y gift cards por correo.

No es que me disguste la Navidad, es que ya no es tan entretenida como antes. Al menos, este año Noah nos acompaña. Hemos dicho que sus padres están de viaje en Boston por una urgencia, que su abuela que vive allí se cayó hace poco y está internada. Como no querían arruinarle las fiestas a su hijo, le dejaron venir a celebrar con mi familia. Ya irá a Boston por un par de días luego del cambio de año, cuando su abuelita se sienta mejor. Añadimos, para tranquilizarlos, que está 100 % fuera de peligro.

Es Nochebuena. Estamos ya comiendo el postre. Mamá compró un montón de cupcakes y también hay dos cheesecakes sobre la mesa. No quiso cocinar porque nadie está dispuesto a limpiar en Navidad. Encargamos todo a distintos lugares y papá hizo un recorrido de casi tres horas por la zona para recoger cada plato que tendríamos que recalentar. Comimos lasaña, alitas de pollo con barbacoa, pizza con brócoli, ensaladas, pan relleno de queso y no sé qué más había porque me llené antes de poder probarlo todo. Por suerte, lo que quede será el almuerzo de mañana.

—Voy a reventar. —Me dejo caer en el sillón con una taza de café entre mis manos cuando termino el cuarto cupcake.

—Yo también —coincide Victoria—. Si me han comprado ropa de obsequio, voy a ir a cambiarla por una talla más solo porque creo que mi panzota ha crecido con tanta comida.

Es una Nochebuena blanca. No nieva, pero todo está cubierto desde la última tormenta. Mis hermanos hicieron un muñeco fuera hace algunos días y, como hace mucho frío, sigue intacto y no creo que vaya a derretirse hasta la semana que viene. Lo vemos desde la ventana; lleva puesta una bufanda azul y una gorra marrón que era de papá y que a nadie le gusta. Creo que le pusieron de nombre Mike. ¿Por qué? Ni idea.

En el rincón en el que pusimos las bolsas de dormir por mi cumpleaños se encuentra ahora el árbol. Lo armaron, como siempre, a último momento. Aquí se compran pinos de verdad, no de plástico. Y se ponen en macetas con agua hasta el cambio de año más o menos. Las personas normales los compran el primer día de diciembre, mis padres se acuerdan de que necesitan un árbol cuando salen a comprar los obsequios —también a último momento—. No está muy decorado, tiene muchísimas luces de colores y pocos adornos. No sé por qué, pero mamá tuvo la idea de botar las guirnaldas y bolas de colores hace dos años. Solo guardó los ornamentos conmemorativos que compramos cuando vamos de vacaciones a otro sitio o que son obsequios personalizados. Hay uno de su graduación, otro de su boda, del viaje que hicimos a Hawai cuando yo era bebé y... no recuerdo qué más. Lo que nunca falta es el ángel en la cima. No somos una familia realmente religiosa, pero desde que falleció la bisabuela dejamos de poner una estrella. El ángel la simboliza a ella, es nuestra forma de recordarla en estas fechas.

Debajo del árbol hay un montón de bolsas y de cajas con obsequios que nos han dado amigos y familiares en los últimos días, pero que no podemos abrir hasta Navidad. Los de Santa aparecerán en la madrugada por arte de magia para sorprender a Erik y tendrán envoltorio de papel liso en diferentes colores para cada uno de nosotros.

El chico que bajó de las estrellas (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora