EXTRA 06

3.8K 454 121
                                    


No puedo creer que accedí a usar disfraces a juego. Mucho menos puedo creer, para empezar, que a Sebastián se le ocurriera obligarnos a vestirnos de personajes de películas para su cumpleaños. ¡Ni que fuera a organizar una gran fiesta! Solo seremos nosotros, los mismos de siempre, en el sótano de su casa. Es ridículo, pero nos ha dicho que no podremos entrar si no tenemos los atuendos apropiados.

—Me veo estúpida —bufo, viendo mi reflejo en la cámara del teléfono.

—Yo creo que estás adorable —refuta Noah, concentrado en la carretera mientras conduce.

Aunque yo haya obtenido mi licencia hace poquito, todavía no me siento lo suficientemente cómoda como para estar tras el volante de noche o con mal clima, y hoy nos han tocado ambas cosas. La tormenta hizo que el ocaso llegara con anticipo; las nubes oscuras se apoderaron del cielo a media tarde y trajeron consigo una oscuridad prematura.

—¿Cómo es que no te sientes ridículo con esa ropa? —consulto.

—Si te voy a ser sincero... pues me encanta disfrazarme —ríe—. Debe ser porque no tuve una infancia real como para hacerlo de niño.

—Eso debe ser —suspiro—. ¿Es por eso que insististe con Peter Pan?

—Tal vez. —Sin quitar sus ojos del camino, coloca una mano sobre mi pierna desnuda por algunos segundos—. Además, quería verte con ese vestido de Tinkerbell.

—Wendy se habría ajustado mejor a mi cabello. —Acomodo mi peluca.

—Posiblemente, pero ¿habrías salido de tu casa en un camisón como de abuela?

—No —suelto una carcajada.

Avanzamos con lentitud hasta que vemos la casa de mi mejor amigo aparecer entre las demás. Es la única que todavía tiene luces encendidas en numerosas ventanas. Aminoramos la velocidad, apagamos la música y aparcamos cerca de la entrada.

Noah se quita el cinturón y estira el brazo hacia el asiento trasero, de donde toma dos paraguas verdes. No me sorprendería si los hubiese comprado especialmente para que combinaran con los disfraces.

—Gracias —murmuro y me aproximo un poco para darle un beso.

—De nada, Amy. —Posa sus labios sobre los míos por un instante y sonríe—. ¿Sabes? Siempre que hacemos esto me da como un choque de electricidad por miedo a que... pues ya sabes.

—¿Aún te asusta la idea de desaparecer?

—Solo hasta que recuerdo que ahora soy un chico normal —asegura y cambia de tema—. Vamos, que nos deben estar esperando.

Asiento.

Descendemos del coche y hacemos lo posible por llegar al umbral de la casa sin mojarnos demasiado. La lluvia es constante, pero no tan potente como cuando abandonamos mi hogar. Seguramente va a acabarse antes de que nos marchemos de aquí.

Antes de que mi mano alcance el timbre, la puerta se abre.

—Buenas noches, chicos —saluda la madre de Sebastián—. Pasen, pasen.

—Gracias por invitarnos —saluda Noah mientras cierra su paraguas.

—No es nada. Se ven adorables, apenas los reconozco.

—Es la peluca —bromeo y me quito los zapatos húmedos.

Aunque sea verano, sé que el sótano tendrá el aire acondicionado al máximo y no quisiera resfriarme, así que lo mejor va a ser pasar la noche descalza o con un par de calcetines de mi mejor amigo.

El chico que bajó de las estrellas (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora