8. Debe serme fiel

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Uno de mis mayores temores a la hora de pensar en noviazgos siempre ha sido el modo en el que una relación puede afectar a los grupos de amigos. Con Elliot y Azul no tuvimos inconvenientes porque ellos ya formaban parte de nosotros, pero Noah es un extraño.

Por fortuna, a medida que la semana avanza el miedo desaparece. El chico que bajó de las estrellas sabe cómo ser parte del todo sin acapararme. Puede conversar con quien sea y sobre casi cualquier asunto. Ha forjado un buen lazo con Elliot y con algunos otros compañeros. Azul no le hace mucho caso, pero ella es así con la mayoría de la gente. Sebastián parece aceptar a Noah, pero aprovecha los ratos grupales para hablar conmigo como siempre lo ha hecho.

Y, contra toda expectativa, también he evitado el otro problema que temía me iba a envolver: los celos. Mi novio atrae miradas, eso es innegable. Hay numerosas chicas interesadas en él, en su aspecto y en su personalidad. Cada tanto, alguna se acerca a él y le coquetea con sus posturas sugestivas y gestos obvios. No puedo culparlas, es irresistible. No quedan dudas de que él es el adolescente más guapo de la escuela, de que otros lo envidian. Él finge no notarlo, pero yo sé que sabe lo que causa y que le encanta ser el fruto prohibido. Lo más extraño es que confío plenamente en él. Después de todo, existe para ser mi novio, apareció para estar a mi lado. Y me ha demostrado que no le interesa nadie más.

Por momentos, esa noción me lastima porque, tal vez, si Noah tuviera la posibilidad de ser un humano normal y de elegir, no me escogería a mí ni por casualidad. Me alegra poder confiar en su fidelidad, aunque al mismo tiempo me duela saber que él no tiene otra opción más que estar a mi lado.

En medio de estas cavilaciones, entramos a Homeroom, la primera clase de la mañana. Por algún motivo, este año la han programado para los miércoles en lugar de para los lunes. No me quejo, me resulta indiferente, solo me resulta extraño.

Homeroom no es realmente una clase, es una hora semanal de asesoría estudiantil, tiempo que usamos para adelantar proyectos y tareas, para pedir ayuda, para organizar eventos escolares y demás. Diría que es un período libre en el que se puede hacer lo que se desee, siempre y cuando tenga relación con la escuela. Un profesor diferente está a cargo cada año, en general es el que tenga menos materias para enseñar. Ahora, por ejemplo, nos ha tocado la profesora de Filosofía que tiene siempre la cabeza por las nubes y que tiende a pasar el rato conversando con sus alumnas sobre problemas amorosos hasta que alguien más le hace una pregunta de verdad. Entre su atuendo y su estatura, es complicado verla como a una docente. Es joven y alegre, bajita y de rostro aniñado. Podría mezclarse con los estudiantes sin inconvenientes; de hecho, no me sorprendería que algunos de los muchachos estuvieran enamorados de ella.

Noah y yo tomamos asiento en los primeros sitios libres que vemos. Su pupitre se encuentra junto al mío, como siempre. Sobre ambos escritorios hay un par de fotocopias y en la pizarra se lee con prolija caligrafía cursiva: "Clubs y cursos optativos extracurriculares. Cupos limitados, algunas universidades requieren de estas clases o las recomiendan para el ingreso".

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El chico que bajó de las estrellas (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora