EXTRA 04

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El teléfono suena, ¿qué hora es? Giro en la cama, todavía abrazada a mi almohada y murmurando maldiciones por lo bajo. Tanteo el escritorio en busca del aparato, en el proceso algo se cae, no sé qué. Cuando por fin logro sostener el móvil, desbloqueo la pantalla y gruño porque el brillo me enceguece. Sin mirar, atiendo.

—¿hasddsafd? —saludo. Intento decir "hola", pero lo que sale de mis labios se parece más a un quejido de zombi que a otra cosa.

—¡Amy! —grita Sebastián al otro lado, completamente despierto—. ¡Ya llegó! ¡Ya llegó!

—¿Mmmm? —contengo un bostezo—. ¿Qué hora es? ¿Y de qué hablas? —susurro.

—¡El bebé! ¡El bebé llegó! Elliot acaba de llamarme. ¡Oh, por Dios! ¿No viste la foto que nos mandó? Es la cosita más adorable que he visto.

Mi cerebro reacciona por fin. Sabía que Azul iba ya con casi una semana de atraso a la fecha estipulada. ¡Kai nació! Me incorporo de un salto, no sé para qué.

—¡Ay! ¡Ay! Me muero —chillo—. ¿Cuándo podemos ir a verlos?

Voy hacia la ventana y noto que ya empieza a amanecer.

—El horario de visita de la mañana es desde las nueve y hasta el mediodía —explica mi amigo—. Podemos coordinar para ir como a las once.

—¡Sí! Ya mismo llamo a Noah para coordinar. Podemos ir todos en su coche. Nos juntamos los tres a desayunar, le compramos algún obsequio a los tres y de ahí vamos para el hospital, ¿te parece bien?

—¡Excelente! Nos vemos tipo nueve en mi casa entonces. Estaré listo para que me recojan. —Sebastián pone fin a la llamada.

Una parte de mí desea regresar a la cama y descansar un rato más, la otra sabe que no podré conciliar el sueño a tiempo. Bostezo varias veces, me froto los ojos y busco los lentes que uso de vez en cuando. Con ellos puestos, escribo un mensaje para Noah con el plan. Él responde casi de inmediato.

Luego, busco la foto que mandó Elliot. La calidad no es excelente y hay poca iluminación en el lugar en el que se encuentran, pero veo a Azul con expresión agotada y una gran sonrisa. Entre sus brazos está Kai, completamente envuelto en una mantita verde. Solo se ven sus ojitos cerrados y la nariz un poco roja.

Aunque yo no quiera ser madre, estoy sumamente emocionada por haberme convertido en la tía postiza de este bebé. ¡Ya quiero conocerlo!

De buen humor a pesar del cansancio, me doy una ducha rápida para despejar la mente. Luego, me visto y preparo el bolso para la jornada. Tengo algo de dinero todavía, aunque es poco. Mis ahorros fueron gastándose a lo largo del verano, entre las vacaciones y diversas salidas con mi novio y mis amigos.

—¿Qué haces levantada tan temprano? —pregunta mamá cuando me oye bajar las escaleras. Ella ya está limpiando la casa y revisando qué hace falta comprar en el supermercado.

—¡Nació Kai! —exclamo, sonriente. Le explico los planes en pocas palabras mientras busco mis llaves.

—¡Qué alegría! ¿Está todo bien? —Hace un lado sus quehaceres y va hacia un cajón de la sala de estar.

—Eso creo.

—Me alegra mucho. Toma. —Mamá viene hacia mí y me entrega un billete de veinte dólares—. Cómprales flores o alguna cosita de parte de toda la familia.

Agradezco su gesto y guardo el dinero en mi billetera. También le muestro la foto que me enviaron porque sé que querrá verla. Azul y yo somos amigas desde hace varios años, y ha venido a casa una cuantas veces.

El chico que bajó de las estrellas (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora