CAPÍTULO 10

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Con las manos ocupadas con tres gruesos libros más de la cuenta, unos pergaminos amarillentos, y su varita, Hermione iba encaminandose hacia su lugar favorito, la biblioteca, haciendo malabares para acomodarse los libros no se le resbalaran entre los dedos y los pergaminos no se le arrugara, mientras trataba de guardar su varita en la túnica.

El aza de la mochila color caoba se le iba resbalando a cada paso que daba y ella trataba de arreglar el revoltijo de cosas en las manos nuevamente,
Con pasos lentos y Dándose de tropicones entre algunos alumnos que se le cruzaba en tumultos intermitentes por el frente, la castaña avanzaba con dificultad.

La Gryffindor tenía que devolver esos libros a la biblioteca, la señora Pince sólo dejaba que algunos alumnos del colegio de total confianza pudieran sacar libros de algunos anaqueles específicos y Hermione era una de esas alumnas prelilecta que gozaba de esos privilegios.

Por fin se guardó la varita en la túnica, y ahora los gigantescos libros le ocupaban totalmente los brazos y manos junto a los bien enrollados pergaminos,
La castaña venía analizando lo que había ocurrido en el comedor, eso le había sacado mucho tiempo, Malfoy se había puesto más insoportable de lo normal, y más boquisuelta de lo usual, era el colmo sugerir que su amigo fuera gay.

Hermione sabía que eso lo decía para enfurecerlo, hacerlo quedar mal ante todos y para que Harry ya cesase de mirarlo porque cada vez sospechaba más de él , sabía que si Harry insistía un poco más en seguirlo , éste descubriría su plan oculto, y claro, tenía que hacerlo recular diciendo eso, para que su amigo se sintiera cohibido de no vigilar sus pasos frente a los otros.

Hermione no quería, no era su intención, en compararlo  con su amigo, pero él no le dio otra opción, era lo único que se le ocurrió para bajarle los humos y que se tranquilizara, darle un golpe bajo a su orgullo, ella se acomodó la mochila mientras Nick casi decapitado con su cuerpo traslúcido se detuvo un momento para saludarla con una reverencia de la cabeza en tanto se la desprendía por la mitad.

Hermione sonrió con un poco de alteración, aunque pasara tantos años viendo al fantasma de Gryffindor saludando de esa manera, no podía negar que la sobresaltaba ver como alguien se desprendía la cabeza como un simple sombrero de bombin para saludar a los demás .

Llegó a la biblioteca, su lugar predilecto, y entró tranquilamente, como si ése sitio fuera una extensión de ella,
Las paredes estaban cubiertas de libros por doquier, el techo en forma de cúpula, tenía pinturas de los magos famosos del mundo mágico,  los estantes eran tan
altos que los libros fueron hechizados por un embrujo levitador para que estos se acomodasen por sí solos en los estantes más elevados, los ejemplares iban levitando futilmente a su lugares respectivos, estaban dispuestas a lo largo de una fila y en intervalos. Tampoco se trataba de libros corrientes; aquéllos eran libros encuadernados en piel y terciopelo,  cada uno de ellos se  veía bien cuidados e impecables.

Observó casi a la entrada a la señora Pince que estaba en un escritorio acomodando unos libros de piel de dragon verde oscuro.
Ella levantó la mano en forma de saludo y la jorobada señora Pince saludo con un ademán de la cabeza pero ceñuda.

La silenciosa biblioteca estaba inhóspita, casi nadie recorría los pasillos de entre los murallones de anaqueles llenos de libros, unos que otros alumnos de otras casas se solapaban detrás de pilares de textos y escritos antiguos, con el sitio totalmente taciturno la tormenta de afuera se oía con sonoros y continuas gotas, sigilosos aullidos del viento golpeando los ventanales del tranquilo sitio.

Hermione fue a depositar sus tan amados libros en sus entanterias correspondientes , así  para luego ir por otros volúmenes, pero en su lento caminar una voz la interrumpió .

Un Slytherin En Apuros. Where stories live. Discover now