::Cuarenta y Siete::

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Jadeando mientras movía sus caderas. Montando aquel demonio. La súcubo sentía aquella energía cruzar a su cuerpo, satisfaciendo su hambre y gula, su largo cabello rojo y rizado caía sobre su piel blanca, cubriendo una figura esbelta y delgada, un cuerpo hermoso a pesar de los cuernos. La cola y alas.

Un destello en el collar que portaba le hizo detenerse en seco —¿Qué pasa? —Pregunta el demonio un poco desconcertado cuando esta se detuvo, pero la súcubo solo se levantó, sacando el miembro de su interior.

—Terminamos por hoy —Respondió esta marchándose, saliendo de la habitación, camino desnuda por el pasillo. Con su colita meneándose de lado a lado.

Bajando los escalones mientras tarareaba una canción, anduvo todo el camino en aquel laberinto que era ese castillo, pero conocía perfectamente cada rincón. Esos ojos verdes como esmeraldas veían su alrededor, con un aire inocente en su hermoso rostro.

Deteniéndose frente a la puerta de madera. Abulto sus labios. Haciendo un pequeño sonido con su garganta, colocando las manos en sus caderas, su colita dejó de moverse, analizando la puerta con su mirada, posando la mano sobre la perilla suspiro.

Dando media vuelta en sus talones volvió hacia las escaleras. Escondido en la oscuridad, aquel demonio esperó que se fuera la súcubo hasta que no escuchó sus pasos, suspirando trato de salir del pasillo donde se escondió. Pero alguien lo tomo del cuello por detrás, estampándolo con fuerza a la pared sacándole un chillido de dolor.

—¿Por qué intentas entrar a la habitación del amo? —Pregunta aquella seductora voz femenina, pero a diferencia de antes, la súcubo tenía una fea y aterradora apariencia, con sus garras clavadas en el cuello del demonio.

Este negó guardando silencio, desapareció su boca para que no lo hicieran hablar. Esta solo ladeo la cabeza viéndole, esa mirada aterradora en los ojos verdes de la súcubo, brillaban en la oscuridad.


(…)
—Estoy tan aburrido —Dijo Belphegor sentado en el trono de JungKook. Aburrido arrancaba los pétalos de una flor, ya llevaba varias.

—Últimamente no hay mucho que hacer —Dijo Aamon lavando el suelo del salón de su amo aunque no estaba ahí casi nunca, lo mantenía pulcramente limpio para él, al estar de espaldas, ni siquiera notaba lo que Belphegor hacía. Los otros dos demonios con las bocas cocidas asintieron. Estos dos siempre actuaban al mismo tiempo teniendo una increíble sincronía, como si fueran la misma persona y pensaran lo mismo.

Escuchando unos pasos, todos voltearon a ver a Hell que entró tirando al suelo el cuerpo del demonio, sin brazos ni piernas, la súcubo estaba cubierta de sangre.

—¡Mi piso! —Se quejó el demonio lanzando el cepillo —¡Sabes que odio que tiren sangre aquí! —Se quejó regañando a Hell. Pero se cayó al notar esa mirada. Ciertamente todos competían constantemente por ser los líderes del grupo. Pero cuando Hell se enojaba obedecían sus órdenes y se mostraban muy sumisos.

La demonio es juguetona e inmadura, y aunque todos tienen a JungKook en un pedestal y se esfuerzan por su atención y complacerlo, ciertamente la demonio es su sirviente más fiel y se toma las órdenes de JungKook muy seriamente, llegando a ser muy cruel y fría como un témpano de hielo a la hora de hacerlas cumplir, antes lo era también con HanSung, pero solo le queda JungKook como amo y rey, aunque al minino no le interese el título.

—Trato de entrar a la habitación especial del amo —Dijo y todos se levantarán de inmediato.

—¡¿Entro?! —Pregunta Belphegor acercándose viendo al demonio. A quien la súcubo la abrió la boca por la fuerza, con la piel rota en el lugar donde estaba su boca y parte de sus mejillas.

—No, llegue antes de que abriera la puerta… Pero ese demonio no es de aquí, no lo conozco —Dijo viéndole con frialdad en el suelo —Encárgate de interrogarlo, veré si hay alguien más merodeando por aquí.

—Esta bien…

—Aamon —Le llamo esta mientras volvía en sus pasos hacia la puerta.

—S-sí.

—Llama los guardias, diles que vigilen cada entrada del reino, dile a mi grupo de caza que venga también, los estaré esperando en la entrada —Ordeno esta comenzando a marcharse.

—Enseguida —Dijo este limpiándose las manos húmedas e ir a hacer lo que le pidió, los otros dos con la boca cocida cerraron las puertas y sacar las cadenas para que este no pudiera regenerarse mientras Belphegor lo interrogaba.












(…)
Cargando al castaño en su espalda, JungKook caminaba al lado de TaeHyung, su otro yo llevaba dormido desde ayer y aún no despertaba, pero reviso sus signos vitales y está bien, por otra parte, el cabello y labios de TaeHyung seguían negros y sus ojos rojos.

—¿No les da miedo que nos roben? —Pregunta SeokJin asustado mientras caminaban en la oscuridad de la media noche. Tanto JungKook como TaeHyung voltearon a verle haciendo una pequeña mueca.

—Estás viajando con un demonio de clase A y ¿Le tienes miedo a unos ladrones? —Pregunta TaeHyung y SeokJin desviará la mirada.

—Olvídenlo… ¿Cuánto falta? Ya me duelen los pies —Se quejó, ya que llevaban un largo rato caminando por ese camino en el bosque.

—Ya casi… ¿Ves ese árbol de ciruelas?

—No, está oscuro aquí —Se quejó —No distingo mucho lo que hay a mi alrededor.

—Pues es ahí —Respondió suspirando.

—Tengo mucha hambre ¿Tus sirvientes podrían hacerme de comer?

—No tengo sirvientes, a partir de ahora si quieres comer, tendrás que cocinar tu mismo.

—¿Por qué no tienes sirvientes? Eres el heredero del aquelarre —Dijo y TaeHyung suspirará. Sus padres ciertamente tenían, pero TaeHyung vive solo en su casa con JungKook. Ni siquiera vive personas en los alrededores.

—Pues yo no tengo, tendrás que hacer tus cosas por ti mismo —Dijo y el alfa hiciera una mueca con sus labios.

—Al menos NamJoon me enseñó a cocinar o me moriré de hambre —Se quejó en un murmuro, pero su expresión de desagrado se desapareció al recordarlo… Tomando lentamente una de tristeza.

—¿Qué dijiste? —Pregunta TaeHyung volteando para verle.

—Nada… No dije nada —Respondió viendo a su izquierda la oscuridad, ocultando su tristeza con indiferencia. Sus ojos estaban demasiado cansados y le dolía la cabeza por llorar. Ya no quería hacerlo.

Pero poco a poco, un agrio sentimiento se instalaba en su pecho, añorando venganza.

::Gatito mimado:♱:KookV::Donde viven las historias. Descúbrelo ahora