capítulo 18

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Minho no se consideraba a sí mismo como alguien muy devoto a los demás.

Es decir, aprecia mucho a sus amigos y a su padre, pero no suele tener detalles hacia ellos. No es del tipo de hombre que te hace regalos improvisados, te paga el almuerzo o te dice de repente que te quiere.

Claro, a menos que seas Han Jisung.

Porque con Jisung todo es distinto, ese chico despierta en él las increíbles ganas de consentirlo a todo costo. Quiere recordarle que lo quiere, que lo necesita, quiere verlo sonreír y soltar un pequeño chillido cuando le compra algo por sorpresa. Le gusta cuando se sonroja por aceptar algo caro, porque sabe que aunque lo disfrute, le apena recibir todo de arriba. Pero a Minho no le importa, ha trabajado duro toda su vida por este dinero, y le sobra, ¿no es la idea, justamente, disfrutarlo? Y él lo disfruta en Jisung.

Es por eso que, en este momento, sosteniendo la mano de Jisung mientras el menor bebe de su malteada en el centro comercial, se agradece a sí mismo por trabajar tan duro. Y se dice también que él merece esto, merece un descanso, al chico que tiene a su lado.

Jisung abre la puerta del copiloto y entra el auto, hablando sin parar sobre una anécdota divertida que alegremente le cuenta a su novio. Cuando el asiento de al lado se hunde, dando a entender que Minho entró, él se gira para mirarlo y rápidamente lo obliga a callarse cuando el mayor lo atrae, sellando sus labios con los propios.

Él no se queja, se deja a merced de Minho, permitiendo que el otro domine el beso como le plazca, Jisung disfruta cualquier cosa que haga. Cuando se separan y se miran por unos segundos, el menor esboza una adorable sonrisa, dirigiendo su vista al maletero para dejar allí su malteada ya vacía.

—Estás muy romántico hoy —le dice.

—Tengo mis días —responde Minho, encendiendo el motor y concentrando su vista al frente.

En este momento están yendo a la mansión Hwang, ya que el más alto le escribió a Minho diciendo que iban a tener una junta con otros socios. Jisung, como siempre, lo acompaña gustoso. El mayor descansa su mano sobre el muslo de su pareja, mientras él continúa con la anécdota que antes intenta relatar. Puede que haya partes en las que Minho simplemente no podía concentrarse, pero no porque no le interesara, sino porque era fácil distraerse con el dueño de la voz. Sonreía cuando Jisung reía por alguna parte graciosa, o incluso por la forma en que mueve exageradamente sus manos, porque no puede quedarse quieto.

—Estoy hablando mucho, ¿cierto? —pregunta el menor con un toque de tristeza en su voz, Minho le da un rápido vistazo con una ceja en alto.

—Sí —contesta—, ¿tiene eso algo de malo? Me gusta que hables. Si quisiera ir en silencio, iría solo.

—Es que a veces me emociono y no paro más, soy como una maquinita de palabras.

—Y está bien, así me gustas —contesta natural y tranquilamente, manteniendo su vista al frente.

Jisung se ruboriza y gira su rostro hacia la ventanilla, sonriendo. Coloca su mano sobre la de Minho, que aún se mantiene haciendo caricias suaves sobre su muslo. A veces le cuesta creer que éste sea el mismo Minho que conoció al inicio, aquel arisco que ni siquiera se había molestado en preguntarle su nombre y que dio por hecho que ya se sabía el suyo, el que no le abrió la puerta del auto ni para disimular. Pero sonríe al pensar en que éste es totalmente auténtico, y lo adora.

Toma la mano de Jisung cuando están adentrándose por el pasillo de la gigante propiedad Hwang. Minho frena cuando Jisung lo detiene.

—¿Sucede algo?

—Voy a esperarte aquí.

—¿Y eso? Siempre entras conmigo.

—Sí, y agradezco que me tengas la confianza para eso. Pero a fin de cuentas yo no soy tu socio, y no quisiera incomodar a los que sí lo son.

DISA$TER || MinSungWhere stories live. Discover now