capítulo 26

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Jisung no sabría exactamente cómo expresarlo.

Quizá porque es una extraña mezcla entre "todo sucedió tan rápido" y "todo se sintió tan lento", su mente y cuerpo colmado de emociones que creyó no volver a sentir al separarse de Minho. Pero ahora, otra vez a su lado, se sentía irreal. Pasaron varios días juntos, poniéndose al corriente, disfrutándose el uno al otro, recordándose entre ellos cuánto se amaban.

Las emociones y sensaciones que Minho le transmitían podía catalogarlas como rápidas; porque en tan solo un par de días (por no decir horas), ya se sentía rebosante de felicidad, cariño y emoción. Pero al mismo tiempo lento; porque en su interior parecía correr algo caliente, pegajoso y dulce, exactamente como miel. Una sensación calida al corazón que lenta y seguramente lo envolvía.

Se volvieron adictos, adictos a las sensaciones causadas por el contrario. Adictos a ser lo primero que sus ojos vean al despertar, y lo último al dormir. Una completa obsesión por estar juntos, o pensar en el otro incluso a la distancia. Pero al mismo tiempo, en medio, estaba allí esa cómoda realidad de saber que es sano, que no hay una dependencia emocional que antes Minho solía tener. Se apoyan en el otro, claramente, se consideran entre ellos un soporte emocional, lo cual es muy importante, más no el único soporte de sus vidas.

Minho se siente orgulloso de sí mismo, una parte de él estaba asustada de que sus sentimientos por Jisung se debilitaran al pasar tanto tiempo en Italia. Pero se atrevería a decir qur incluso se intensificaron, pensó mucho en él más allá del romanticismo. Lo recordó no solo como una excelente pareja, sino como su compañero, su confidente. Alguien a quien podía abrirse de corazón y alma y tendría la certeza de que sería plenamente escuchado, e incluso consolado. Jisung era, más allá de un romance perfecto, un compañero perfecto, un amigo.

E incluso al ver su persona, dejando de lado lo que puede ofrecerle a Minho, sigue estando encantado. Su actitud cariñosa, más no ingenua, su humildad, corazón, palabras, personalidad. No había nada de Jisung que deseara cambiar, a veces incluso llegó a cuestionarse qué tanta suerte debió haber tenido para que de todos los clubes de la gigante ciudad, fuese a trabajar al suyo (que sí, varios son de él, pero no todos). Se sentía dichoso con la vida.

Cuando Jisung lo tomó de la mano, acarició el dorso de ésta y lo miró con ojos suaves, Minho supo que debían hacer una visita al cementerio. Jisung se lo había sugerido sutilmente en estos días, ya que ni una vez había visitado la tumba de su padre. No se lo impuso, solo pensó que sería una parte importante en su proceso de sanación.

Y así fue. Apretó fuerte el agarre sobre sus dedos entrelazados cuando sus pies se detuvieron frente a ambas lápidas que yacían frente a él.

Xian fue enterrado junto a Sarah.

Minho recordó entonces la sonrisa en el rostro con la que se había despedido su padre durante el último suspiro. Probablemente, imagina, pensando que por fin podría descansar junto a su amada. Porque en el fondo, muy en el fondo, aún dolía vivir una vida que no compartiría junto a su alma gemela. Incluso cuando siguió adelante por Minho, o por su propia vida (realmente no lo sabía), el dolor jamás cesaría.

Cruel o no, haber fallecido le quitó esa carga de encima. Por lo que, incluso cuando su pecho dolía al pensar en que no volvería a ver a su querido hijo, otra parte de él se alegraba porque por fin descansaría. No podría decir que Xian esperaba o ansiaba su muerte, pero tampoco le temía.

—Lo hiciste bien —susurra Jisung sobre su cuello, cuando ambos están solo sentados en el auto estacionado frente a su hogar.

—¿Dijeron algo sobre mí... cuando me ausenté durante su funeral? —el menor niega con la cabeza.

DISA$TER || MinSungWhere stories live. Discover now