Epílogo

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Corría lo más rápido que podía, pero el peso de su compañero herido y la constante lluvia no ayudaban en nada. Otros de sus aliados lo seguían, constantemente mirando hacia atrás, teniendo la esperanza de perder a quienes los perseguían. 

Su amigo seguía susurrando 'déjame y sigan ustedes, de todos modos moriré' pero él seguía contestando que solo se callara, incluso con una herida de bala en el pobre chico rendido, se negó a dejarlo. Por un momento su mente viajó lejos, no creyó que su fin llegaría tan joven, pensó que su futuro en la mafia sería brillante. 

Se supone que era simple, él y unos diez compañeros más harían una transacción importante en el muelle, ya que su padre estaba en otro viaje y no podía hacerla por su cuenta. Le aseguró que estaría bien, ya no tiene dieciséis años, y hasta ahora había sido prometedor en el negocio familiar. Pero las cosas se complicaron, y la mafia enemiga les tendió una emboscada. Se perdieron algunas vidas allí. 

Fue cuando llegaron a un callejón sin salida en un vecindario de gente con dinero, a esta hora, con esta lluvia, nadie podría ayudarlos. Se miraron entre ellos, agitados por el cansancio, mojados y con semblantes serios. 

Sabían que iban a morir, podían oír las voces lejanas gritando en su búsqueda. 

Estaba a punto de decir unas palabras a sus compañeros, cuando una voz los sacó de sus pensamientos. Confundido, mira hacia arriba, a donde daba el balcón de una lujosa casa. 

—¡Por aquí! —grita una chica, ella les extiende una escalera que al parecer tenía bastante uso por lo gastado del metal. 

Ni siquiera lo dudan, ayudan como pueden a que el herido suba primero, luego ellos. Apenas alcanzan a subir también la escalera cuando agachan las cabezas para ocultarse de los hombres abajo, en el callejón, murmurando entre ellos que 'los perdieron'. 

Cuando se alejan, sus compañeros se miran entre sí con felicidad y luego se enfocan en lo importante, la salud del chico herido. Rápidamente su aparente salvadora llama una ambulancia, todos esperan impacientes, temiendo por su vida. 

Cuando el vehículo llega, todos se suben a excepción de uno, él les dice que se vayan y que los alcanza en un momento. Luego, se gira a verla a ella. 

—Aún no te lo he dicho, gracias —dice—. Literalmente estamos vivos gracias a ti, no quiero saber lo que nos habrían hecho si no aparecías. 

Ella niega con la cabeza, sonríe. 

—No hay problema. 

—¿Puedo saber tu nombre? —pregunta él. 

—Sarah, Sarah Villa. 

—Lee Xian, un gusto —responde, tomando su mano y besando suavemente el dorso de ésta. 

—Deberías irte, tu amigo probablemente esté luchando por su vida en este momento —dice, una sonrisa gentil en sus labios. Xian no puede despegar la mirada de su rostro. 

—¿Volveré a verte? —pregunta con ilusión, el brillo en sus ojos no pasa de ser percibido para la joven. 

—Eso depende de ti —contesta. 

Xian la buscó unos días después.

Y quedó fascinado. 

Sarah era apasionada, rebelde, humilde y alegre. A pesar de llevarse bien con su familia, solía huir seguido de su habitación a través de la misma escalera que usó para ayudarlo, ya que le gustaba salir de noche en paz. Tenía un carácter muy decidido, que más de una vez le puso los puntos a Xian. 

DISA$TER || MinSungWhere stories live. Discover now