24. En un Juego de Dioses & Demonios

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❛Usualmente, el odio va hacia lo que no conoces o entiendes❜

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❛Usualmente, el odio va hacia lo que no conoces o entiendes❜.

Ese mismo día, los refugiados llegaron a Valtaria, gente en harapos, muerta de hambre y frío, intentando encontrar paz en una ciudad que estaba a punto de ir a la guerra

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Ese mismo día, los refugiados llegaron a Valtaria, gente en harapos, muerta de hambre y frío, intentando encontrar paz en una ciudad que estaba a punto de ir a la guerra.

Era triste pensar que les darían una espada, antes de tenderle una hogaza de pan. Así era para todos los Raguen, eran obligados a servir en el ejército porque, incluso si eran aceptados por parte de la ciudadanía de Valtaria, tenían que seguir peleando por cada momento de tranquilidad cedido.

Apenas tuve tiempo de cambiarme la ropa antes de ir en busca de Lysander; como doncella de Feryal, quizás no debería meterme en una habitación llena de tipos, pero no podía fingir que de repente me importaba alguna regla de decoro.

Eskandar debía esperar en el salón, mientras yo me dirigía hasta su hermano, lo encontré jugando trekán, en una de las habitaciones aledañas, con un grupo de señores bien vestidos y mal educados.

También observé que uno estaba a punto de perder, solo si Lysander hacía la jugada correcta. Y no debí ser tan prudente como había creído, porque el hombre de hombros anchos y calva brillante me dirigió una sonrisa socarrona.

──¿Tiene algo que aportar, señorita? ¿Alguna sugerencia?

Los hombres dejaron caer su atención en mí, pero me dirigí solo al rey Lysander y el tablero frente a él. Se veía levemente aburrido, mentón apoyado en un puño, pero sus ojos se abrieron al verme.

──¿Aceptaría mi recomendación, alteza?

──Adelante.

Sonreí antes de ocupar el lugar junto a su silla, prudente de mantener el espacio entre nosotros.

──Primero haría escalera, tumbaría lo fácil e iría escalón por escalón. Despacio.

──¿Luego?

──Me desharía de la reina para evitar molestias.

Lysander siguió mis movimientos en el tablero, sus ojos negros al acecho, como si estudiara el campo enemigo.

Sonata Siniestra©Where stories live. Discover now