28. La Libertad en el Egoísmo

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❛Cuando lo noté, la oscuridad se volvió un refugio cálido❜

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❛Cuando lo noté, la oscuridad se volvió un refugio cálido❜.

Intenté abrir la puerta con una urgencia casi posesa, pero fue inútil, al otro lado, Anya ya se cansó de contestarme hace un largo rato

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Intenté abrir la puerta con una urgencia casi posesa, pero fue inútil, al otro lado, Anya ya se cansó de contestarme hace un largo rato.

Quería ir ahí y preguntarle a Vaseg de qué lugar consiguió la información, pero mi cabeza todavía dolía y daba punzadas donde intentaba recordar.
Los Guardias me dejaron en esa habitación después de mi quiebre, argumentando frente a los demás presentes que sufrí una descompostura, pero yo sabía lo que en realidad había sucedido. Sabía a qué se debía el dolor latiendo con fuerza.

Podía reconocer la sensación, sea lo que sea, alguien utilizó mi colapso para intentar entrar a mi mente. Era un suplicio bien comparado con un cuchillo atravesándote la sien.

O con la impotencia de verte atrapada en un espacio tan sobrecogedor como hermético.

──Anya, déjame salir o te juro que la próxima vez que te vea, haré que vayas por ahí creyendo que eres un perro. ¿Escuchaste?

Golpeé la puerta con tanta fuerza que esta cedió, trastabillé, pero no caí gracias a que Anya me sujetó del brazo.

──¿Por qué eres tan odiosa con los que tratan de protegerte? ──gruñó antes de soltarme con más brusquedad de la necesaria──. ¿Fuiste criada por animales salvajes?

──¿Algo así?

Lysander ingresó en la habitación, delegando a Anya de su labor, mientras ella se iba con una mirada recelosa.
Él nos guió a la habitación contigua, sus techos eran bajos en comparación con el resto del teatro, paredes ornamentales de una madera casi azabache y el escudo con alas negras a punto de alzarse sobre la chimenea.
Ni una sola ventana.

Solo una pequeña sala de música, con un piano de cola en el centro y una buena variedad de licores en una barra de mármol, escogí la primer botella de vino que ví, solo para que Lysander me observara con una ceja arqueada.

──No estoy en servicio ──le recordé.

Él no dijo nada, me quitó la bebida y la colocó sobre la superficie del piano, para luego ocupar un lugar en la butaca.

Sonata Siniestra©Where stories live. Discover now