No puedes llenar a alguien de demonios y no esperar que se convierta en uno.
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Astra es la heredera de Allaranta, o lo sería si quedara algo de su familia o sus tierras. Luego de la masacre que destruyó su hogar, ella fue tomada como prisionera y...
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❛ Me hicieron lo que se les hace a todas las brujas, ¿dirige eso a su mente solo por laberintos oscuros? ❜.
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──Que te quedes quieta, por la Madre, le moras se bren.
Ciara hizo lo que pudo por mis heridas pero no sirvió, nada serviría, lo que sea que hubieran hecho no había sido un error. Ellos sabían cómo y cuánto lastimarme, había sido un ataque especializado.
Me reincorporé en su sofá, ese simple movimiento me provocó náuseas. No recordaba la última vez que había sentido tanto dolor físico.
Y las ocasiones no habían sido especialmente limitadas.
──Aléjate, Ciara, ya no me toques.
──Astra.
Pude escuchar la pena en su voz, pero el dolor solo aumentaba mi irritabilidad. Ya había sido humillante que me hubieran encontrado inconsciente.
──Traigan más hierba roja ──les ordenó a los criados.
──Enseguida, señorita.
No serviría.
Unos golpes anunciaron la llegada de alguien a quien no llamé. Me cubrí la espalda otra vez, la tela de seda fue como una lámina ardiendo contra mi piel. Respiré hondo.
──No hagas eso, cicatrizara mal.
──No cicatrizara en absoluto ──le recordé.
──Eso es, sigue de terca y te meteré agua de apio.
En ese momento la puerta se abrió para darle entrada a nuestro galante rey.
──Ella no quiere a nadie aquí, fuera ──Nadie podía decir que el trato de Ciara era discriminatorio, un trato igual de despectivo para todos.
──Perfecto, yo tampoco ──El rey Lysander abrió ambas puertas mientras los invitaba a salir.
Me acomodé mejor en el borde del sillón, aguantando la respiración hasta desviar la atención del dolor.
