Park Jimin es la última persona de la cual Yoongi se enamoraría, pues es una persona muy opuesta a él en todos los sentidos.
Jimin cuenta con una lista de deseos que piensa llevar acabo en su vida. Una lista tan preciada, pues él es una Bomba de ti...
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Para Jimin no era nada divertido ir al hospital, ni aunque fuera un chequeo de rutina. Y es que lo había conformado, cada que entraba a esos lugares se sentia tan vulnerable. Le salía algún malestar o se sentia mareado todo el tiempo durante la estadía de 4 horas.
Solian ponerle varias pruebas como de resistencia, checaban los latidos de su corazón y le llenaban de cables.
Después de la última vez el llegar al hospital y que le dijeran algo tan parecido a que no tenia remedio le bajo pro completo el animo.
Pero ese día solo pensaba en la salida con Yoongi un día anterior y lo que le dijo... le daba fortaleza.
Realmente no sabía en que pensaba cuando decía que no quería ni siquiera tener a alguien a su lado.
Por supuesto que quería, tan solo estaba asustado. Todos le prohíban hacer tantas cosas. Y él se prohibió algo que parecía no tener importancia. El amor impulsaba a hacer varias cosas.
Solo esperaba que Yoongi no estuviera jugando. Por que ya se lo había creido todo.
Los doctores le permitieron vestirse y cuando iba a hacerlo se detuvo de golpe al ver a ese chico.
Su corazón dio un brinco de emoción pero parecía que no estaba ahí por él. Pues rápidamente se alejo de donde estaba centrado aun en su celular.
Bueno tampoco seria cómodo que le viera en bata y calzones.
-Date prisa Jimin, debo preparar la cena.
El menor miro a su madre y asintió para irse a vestir.
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Yoongi por otra parte se encontraba jugando con una paleta en su boca y a pesar de que sus mejillas dolían por el esfuerzo que hacía no se detuvo. Sus dedos también estaban moviéndose rápidamente contra el control remoto.
-Que estés enfermo no quiere decir que te voy a tener compasión. No me gusta perder en los videojuegos.-Le decía a Lee quien se encontraba de la misma manera que él.
Últimamente desde la primera vez que fue a verlo platicaron tan bien que poco a poco fueron llevándose mejor. Ahora para que el chico no se la pasara aburrido solian jugar hasta cansarse.
