9.

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BONNIE

-No me parece bien que vayas a estudiar literatura, ¿dónde te llevará eso? ¿Qué posibilidades de triunfar tienes? ¡Ningunas! Esa carrera es para los vagos, para la gente que no da un palo al agua.

Cierro los ojos y respiro hondo para no levantarme de la silla e irme a mi habitación. Mi abuela nunca ha dejado de ser una metomentodo retorcida, que odia que estudie literatura porque dice que eso no llevará a nada. Me encantaría gritarle y decirle que me da igual a lo que me lleve, que lo que me importa es ser feliz. Ya sabemos cómo es mi abuela y el mayor tiempo la ignoramos, pero a veces se pasa demasiado y me dan ganas de huir, pero eso solo sería un error porque sería como darle la razón. Y ella eso lo ama.

-Mamá, por favor... -dice mi padre, pero ella le pone la mano delante de la cara y le obliga a callarse.

-Ni por favor ni por favar. ¿No te importa el futuro de tu hija acaso?

Me meto una cucharada de cereales a la boca y fijo mi mirada en mi padre, que está debatiéndose entre contestarle o no.

-Sí nos importa, pero no creo que...

Mi abuela vuelve a mandarle a callar y resopla. Tiene un vestido negro muy elegante y el pelo gris cogido en un moño alto.

Nunca pierda la compostura, señora.

Cuando vuelve a hablar pongo los ojos en blanco.

-¡No puedo creerme que no os importe nada! Parece que soy yo la única que quiere que Bonnie sea alguien importante en un futuro, con ingresos estables y...

-Vaya, la abuelita Phillips. Qué sorpresa tan agradable -le corta una voz a mi espalda.

Me doy la vuelta de inmediato y veo venir a mi salvador personal. Viene hacia nosotros y apoya las manos en el respaldo de mi silla. Le miro como si fuera la luz en medio de la oscuridad. Deacon me dedica una sonrisa para después darme un beso en la cabeza. Deacon y mi abuela son como el agua y el aceite: no pueden ni verse.

Mi abuela le cogió odio cuando un día le respondió mal con doce años cuando ella me decía lo mismo que ahora. Solo me defendió de sus ataques, pero ella lo tomó como una invitación a una guerra que sigue aún hoy día. Siempre que está aquí mi abuela, él me defiende y está a mi lado.

-Vaya, el niño molestoso de lo huevos ha crecido -dice mi abuela con tono amargo.

-¡Mamá! -le riñe mi padre con los ojos abiertos como platos.

-No te preocupes Dan, no me molestan sus insultos. ¿Qué hace aquí? ¿Se desvió su autobús hacia la residencia de ancianos?

Me tapo la boca para no soltar una risa y observo la expresión de mi abuela. Siempre ha odiado que le dijeran anciana, porque ella se siente joven y no quiere envejecer. Se pone roja, no sé si por la ira o por la vergüenza, y aprieta los puños a sus costados.

-Niño impertinente -murmura.

-Vieja retorcida -murmura Deacon detrás de mí.

-Ya está bien, vámonos -digo levantándome y cogiendo la mano de mi mejor amigo.

Subimos las escaleras hasta llegar a mi habitación y cuando entramos me abraza sin previo aviso. Me río contra su pecho y le correspondo.

-No sabes lo que es perder un partido y no tener a nadie en quien apoyarse -dice.

-Tenías a todos los de tu equipo -le digo soltando una carcajada.

-Pero no estabas tú.

Ay. Me separo y le miro con una sonrisa tierna. Entonces se me viene una idea a la cabeza, porque echo de menos los viejos tiempos y verle aquí delante con una sonrisa me ha recordado a una de las muchas veces que nos metimos en líos de pequeños. Le agarro del brazo y tiro de él hasta mi armario, y me agacho para sacar dos sudaderas negras y dos gorros de lana negros. Me mira con los ojos entrecerrados sin comprender nada, hasta que cae en la cuenta.

UNFAIR. (Terminada)Where stories live. Discover now