Epílogo.

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DEACON

Dos años después.

Las gradas estallan en aplausos y vítores. ¡Hemos ganado! Oficialmente nos proclamamos ganadores de la competición estatal de universidades de baloncesto. Me abrazo con mis compañeros y gritamos, felices, de que por fin hayamos conseguido recompensa por todo lo que hemos luchado. Sin embargo, a pesar de que estoy muy feliz, salgo corriendo de la cancha y voy hacia el aparcamiento. Mark está con el coche en marcha, esperando a que llegue. Abre la puerta y me meto corriendo, con el corazón a tres mil por hora. Me sonríe ampliamente y me choca el puño como saludo.

-¿Habéis ganado? -pregunta, comenzando a conducir de vuelta a la carretera.

-Sí, tío. ¡Si hubieras visto todo le mundo aplaudiendo y feliz! -digo, eufórico.

Me sonríe y mira al frente mientras conduce rápido.

-Normal, es que sois los campeones estatales -dice alegre.

Mark tiene un aspecto increíble. Lejos quedan los días en los que tenía ojeras y estaba delgado por tanta mierda que se metía. Ahora está genial, fuerte como un roble, feliz y como un tío de su edad. Se ha dejado el pelo largo, y lo lleva con una coleta, con la parte de abajo rapada. Se ha dejado barba, y yo a veces le pincho conque parece un hipster, pero de verdad que me alegro mucho de que todo le vaya bien en la vida.

Aurora y él forjaron una relación preciosa, de la cual ha salido un crío hermoso que ya tiene un añito, y que me quiere tanto como yo a él.

-¡Deacon! -grita una vocecita por detrás.

-Oye Mark, ¿tú escuchas algo? -le digo a mi hermano, intentado aguantar la risa.

-Qué va -niega, sonriendo.

Aiden comienza a dar golpes al asiento y grita molesto. No habla mucho, medio balbucea, pero al menos sabe decir nuestros nombres más o menos bien. A veces a mí me llama Beicon. Miro hacia atrás y sonrío a mi sobrino.

-Ah, que eras tú.

Bufa y se cruza de brazos molesto. Mira hacia otro lado y yo me río, divertido por su rabieta. Le cojo la manija y la meneo, sonriente.

-¿Estás emocionado? -pregunto.

Asiente vehemente. Sus ojos son azules como los de Mark y su pelo es pelirrojo como el de Aurora. Es una monada de crío, desde luego. Me vuelvo a girar para mirar al frente y me muerdo el labio nervioso. Mark me mira y se ríe.

-¿Nervioso?

-Joder, muchísimo. ¿Cuánto falta para que lleguemos?

-Cinco minutos. Cálmete.

Asiento, y cinco minutos después como ha dicho, llegamos a la casa de nuestros padres. Salimos cagando leches y subimos a mi habitación. Ellos dos ya están preparados, así que solo falto yo, que soy el más importante. Me ducho en menos de cinco minutos y Mark me ayuda a vestirme junto a Aiden, que hace lo que puede el pobre con esos bracitos tan pequeños.

Mientras que Mark me apaña la parte de atrás, miro la foto de Bonnie que tengo enmarcada, y no puedo evitar que se me escape una lágrima. La observo durante todo el tiempo que mi hermano me ayuda a arreglarme, y aparto la vista a regañadientes cuando salimos de la habitación y bajamos por las escaleras rápidamente.

-Llegamos a tiempo, tranquilo -dice Mark con una sonrisa que no puede quitar de su cara.

Asiento nervioso. Me miro en el espejo de la entrada y asiento satisfecho. Voy bien. Genial, más bien, aunque mi pelo... no nos hemos esmerado mucho porque sabemos cómo es. Aún así lo llevo bien, no parece que me haya levantado ahora mismo. Con eso, me sirve.

UNFAIR. (Terminada)Where stories live. Discover now