13.

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BONNIE

Estoy emocionada porque tengo una nueva amiga, una que no es como Laila y que sé que no me hará lo que esa perra me hizo. Nunca. Es tierna, buena persona, amable conmigo y con todos, tímida al igual que yo y me trata como si fuera su amiga de toda la vida. En definitiva, estoy siendo feliz en estos instantes.

Miro de reojo a Deacon y sonrío. Hoy ha sido uno de esos días lluviosos de verano, una tormenta seca en la que llueve a cántaros en muy poco tiempo. Tras varias horas de llover y llover y más llover, Deacon y yo hemos venido a la playa a ver las olas furiosas que golpean contra la orilla. El cielo aún está un poco nublado, pero no creo que vuelva a llover.

Los ojos azules de Deacon brillan por la luz naranja del atardecer, y están mucho más claros de lo que normalmente están. El pelo le cae por la frente y lo tiene despeinado como siempre, es indomable. Lleva solo un bañador negro con palmeritas y va sin camiseta, así que puedo verle con claridad la tableta levemente marcada y el cuerpo escultural que tiene. En cualquier momento me voy a volver loca, estoy segura.

Le doy un lametazo al helado de chocolate y lo saboreo. Suspiro mirando al mar. Aunque haya dejado de llover, el mar sigue estando furioso y de vez en cuando truena. Me gustan estos días lluviosos porque siempre, después de que llueva, Deacon y yo venimos aquí y disfrutamos del olor a lluvia que se mezclan con el del mar.

No hay nadie, tan solo estamos nosotros por lo menos cinco kilómetros a la redonda. Es normal que la gente no sea muy fan de estar aquí tras llover, ya que le arena está mojada y es un poco incómodo, pero nosotros somos... diferentes. Amamos el mar y la playa en todas sus formas.

Ya llevamos unos días de clase y todo va... bien, supongo. Es complicado tener que ver todos los días a los payasos de mi clase, pero es soportable. La peor parte es cuando me encuentro con Santiago en los pasillos o en las clases. Aún recuero el día que me hizo eso.

Estaba en el baño de las chicas lavándome las manos cuando él entró. Me extrañó, claro, porque ese era el baño de chicas y él no pintaba nada allí. Se acercó a mí peligrosamente y me acorraló contra el lavabo. Le intenté apartar poniendo mis manos en su pecho pero es miles de veces más fuerte que yo y conseguí más bien poco.

-¿Pero qué cojones haces? -le dije enfadada y asustada.

-Es que llevo todo el curso observándote, y estás buenísima, nena -dijo sujetándome de la cadera con fuerza.

Metió sus manos por mi falda y llegó hasta el elástico de mi ropa interior. Me puso los labios en el cuello y yo ahogué una exclamación de asco. Le empujé con todas mis fuerzas y conseguí apartarle porque le pillé desprevenido. Me escapé de allí, pero se me ha quedado el recuerdo desde entonces y no soporto ni verle ni oírle.

No llegó a hacerme nada, pero me da pavor recordar que puso sus manos en mi cuerpo.

Desde entonces no llevo falda a clase.

Deacon saca su cuaderno lleno de dibujos a lápiz y comienza a trazar con el carboncillo en una de las hojas. Pronto descubro qué dibuja. El paisaje, el mar, el atardecer, las olas furiosas. Apoyo la cabeza en su hombro y suspiro con tranquilidad. Observo con detenimiento la delicadeza con la que hace el dibujo, mientras huelo su olor y me lleno de paz por dentro. Deacon gira su cabeza hacia mí y me regala una sonrisa que me llena de felicidad.

-Déjame dibujarte -susurra muy bajito.

Levanto la cabeza de su hombro y asiento. Haría lo que él me pidiera.

-¿Qué hago? ¿Cómo me pongo? -le pregunto.

Lo piensa durante unos segundos y sonríe de lado.

UNFAIR. (Terminada)Where stories live. Discover now