29.

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DEACON

Camino hacia atrás con Bonnie pegada a mi pecho y me caigo sobre la cama. Se pone encima de mí y me quito la camiseta para poder sentir su pecho contra el mío, piel contra piel. Baja su mano hasta mi pantalón y comienza a restregarme encima de la polla con fuerza. Gimo contra sus labios y aprieta más la mano. Le aparto la mano y aprieto su cadera contra la mía para sentir su roce. Le meto la lengua en la boca para saborearla mejor y ella la recibe sin problema. Pongo mis manos en sus pechos y los aprieto, mientras acaricio sus pezones con los pulgares. Ahora es ella la que gime contra mis labios.

¿Ya he dicho que verla desnudarse poco a poco me ha vuelto loco? Bonnie no tiene ni idea de lo que provoca a mí, y si tiene alguna idea, es muy poca. La luz que entra del ventanal me deja verla perfectamente, así que me separo de sus labios y veo como se muerde el labio y se le acelera la respiración.

-Quítate la ropa -me dice cuando ve que no se las apaña para quitarme los pantalones.

Se quita de encima de mí y se sienta a mi lado para que me pueda quitar los pantalones. Me los quito a toda prisa y me quedo en bóxers, para después ponerme encima de ella y juntar mi cadera a la suya. Me agarra de los hombros y echa la cabeza hacia atrás para que le bese el cuello, así que lo hago. Le paso la lengua por la clavícula y le muerdo el cuello, haciendo que ella suspire profundamente y me tire del pelo.

Nos rozamos a través de las telas de nuestras ropas interiores y no puedo evitar soltar jadeos del placer que eso me provoca. Vuelvo a besarle los labios y le quito la ropa que le queda, para después quitarme yo la mía. Hace unas semanas que dejamos de usar preservativo porque ella toma anticonceptivos para regularse la menstruación, y aunque sé que siempre existe el riesgo de las ETS, me gusta más así. Siempre he usado condones con las chicas, porque no me fiaba ni de mi propia sombra, pero Bonnie... es Bonnie. Confío más en ella que en mí mismo.

La penetro con fuerza y ella suelta un gritito que me pone los pelos de punta. Le agarro de los muslos y le embisto hasta el fondo. Pego mis labios a sus labios y le beso con rapidez. Le da la vuelta al asunto y se pone encima de mí. Me echo hacia atrás y me siento con Bonnie encima de mí, y pongo la espalda contra la cabecera de la cama. Le pongo las manos en la espalda y le aprieto a mí, mientras dejo una línea de besos por su cuello y clavícula.

La habitación entera se llena de gemidos y gritos cuando llegamos al orgasmo. Nos quedamos unos segundos de más abrazados, ella sentada encima de mí y yo acariciándole la espalda con suavidad. Me quedaría una vida entera así con ella. Cuando se separa gruño porque no quiero que se vaya, y ella se ríe.

-Voy a beber agua, espérate un segundo -me dice.

La observo moverse por la habitación, y solo me falta que se me caiga la baba. Bebe agua de la botella grande que tenemos en el mini frigorífico y cuando termina y la deja se peina el pelo con los dedos. Ahora mismo, para mí, tiene un halo alrededor de ella que hace que brille por sí sola. Es preciosa, y cada vez estoy más seguro de estar enamorado de ella. Me parece una locura estar enamorado de mi mejor amiga. En el caso de que nos hiciéramos novios y comenzáramos a salir, sé que saldría bien porque ella y yo siempre nos hemos compenetrado a la perfección, desde el segundo uno en el que compartimos el helado hace siete años. Estamos de acuerdo en la mayoría de cosas y nunca nos peleamos porque sabemos parar a tiempo.

Vuelve a subirse a la cama y se sienta encima de mí de nuevo. Me sonríe y pone las manos en los hombros. La luz de la luna le da directamente en su perfil y los ojos se le vuelven más claros de lo normal. Le acaricio el pelo con suavidad y le pongo un mechón detrás de la oreja.

-Estás preciosa bajo la luz de la luna, cariño -le digo en un susurro.

-Tú también.

Le sonrío y me quedo unos segundos mirándola a los ojos. A esos preciosos ojos que me vuelven loco. Cuando estoy a punto de besarle, el teléfono comienza a sonar en la mesa de enfrente de la cama. Bonnie se aparta de mí y gruño mientras gateo por la cama para alcanzar el móvil. En la pantalla brilla el nombre de "mamá", así que lo cojo lo más rápido que puedo.

-Hola, ¿qué pasa?

-Hola cariño. Te tengo que decir algo, pero no quiero que te alteres, ¿de acuerdo? -dice fingiendo calma.

Me pongo tenso de inmediato.

-¿Qué pasa mamá? ¿Está todo bien?

Bonnie se acerca a mí y me mira esperando que diga algo.

-Es Mark. Ayer por la tarde se fue, como ya sabes, y ha venido un chico llamado Karlos hace unos minutos y... -su voz se rompe-. Ha dicho que Mark ha tenido un problema y está en el hospital con algunas costillas rotas e inconsciente. No sabemos nada más...

Cierro los ojos intentado entender todo lo que me ha dicho y siento que los brazos de Bonnie me arropan. Cuelgo sin decir nada.

-Nos tenemos que ir -digo.

-Vale.

Me giro para verla y me odio a mí mismo por tener que decirle esto.

-No podemos seguir con el viaje, cariño, lo siento muchísimo.

Me sonríe y asiente.

-No te preocupes, eso no es importante ahora. Vámonos.

Se levanta de la cama y se viste en nada de tiempo, al igual que yo. Salimos del hotel y dejamos las llaves, y cogemos el coche para tomar camino a Santa Mónica de nuevo.

-¿Quieres que siga yo conduciendo, cariño? -me pregunta Bonnie a mitad de camino, cuando ve que se me cierran los ojos del sueño que tengo.

-No hace falta -digo dándole la mano y entrelazando nuestros dedos.

Tras unos minutos noto cómo los ojos se me cierran, y lo siguiente que oigo es el grito de Bonnie diciendo:

-¡Deacon! ¡Nos vamos a chocar!

Oscuridad. La mano de Bonnie se aferra a la mía y ya no siento nada más. Lo último en lo que pienso es en Bonnie, en su hermosa sonrisa, en sus labios sobre los míos hace unas horas.

UNFAIR. (Terminada)Where stories live. Discover now