33.

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BONNIE

Llegamos a un bar que no he visto antes. Mis dudas se disipan cuando leo en la puerta "nueva apertura". Ayudo a Deacon a subir los escalones que están decorados a los lados con palmeras y árboles. Desde luego es un sitio precioso. El lugar está al aire libre, y hay una barra al final donde hay dos camareros atendiendo. Realmente no es una discoteca bar como hay por aquí cerca, es un bar a secas, donde la gente bebe tranquila y bailan en la mini pista las canciones que una mujer canta sobre un pequeño escenario. Hay palmeras alrededor y luces de colores tenues que adornan la estancia.

-Qué bonito -digo con una pequeña sonrisa.

Deacon asiente y señala una mesa vacía casi al final de la estancia. Caminamos hacia allí y nos sentamos en las sillas que parecen comodísimas. La mesa es redonda y tiene un farolillo en medio. Deacon tiene una sonrisa preciosa que me calienta el corazón.

-Vas preciosa, pequeña. Lo siento por haberme presentado con estas pintas -se ríe.

-Cállate, tú vas guapísimo.

Lo digo totalmente en serio. Lleva unos pantalones negros rotos y una camisa blanca con los primeros dos botones desabrochados. Tiene el pelo indomable, como siempre, y refleja la felicidad en su mirada. Me pregunto por qué estará tan feliz.

La camarera nos atiende y le pedimos un par de margaritas. Cuando se marcha Deacon me coge la mano por encima de la mesa y juguetea con mis dedos.

-He estado hablando con el médico durante la rehabilitación -dice-. Es un tío genial, y me ha contado cómo conoció a su mujer.

-¿Ah sí? ¿A que es un hombre maravilloso? -le digo con ilusión.

-Sí que lo es -asiente-. Hemos estado hablando la hora entera. Sería el típico hombre con el que hablaría horas y horas y no me cansaría.

-Estoy de acuerdo contigo.

Me besa la mano sin dejar de mirarme y me dedica una sonrisa arrebatadora, de esas que enamoran a quien sea. Claro, es que él es un chico guapísimo aún teniendo diecisiete años. Y es que, además de hermoso, tiene una personalidad preciosa. Literalmente es dulce, amable, atento... es todo lo que una mujer busca en un chico. Y lo mejor es que yo tengo su corazón y me quiere a mí, eso es sentirse afortunada.

Tenerle a mi lado es como tener la felicidad en mis manos, porque él es el que me ayuda a olvidar las cosas malas, como que hace días que salió de un coma. Lo bueno de conocernos de casi toda la vida es que ya venimos de una relación de confianza, y hemos desbocado en una de amor y aun más confianza. En definitiva, creo que Deacon y yo estábamos hechos para estar juntos.

-¿En qué piensas? -pregunta.

-En la suerte que tengo de tenerte -sonrío llevándome su mano a mi mejilla. La acuna y cierro los ojos con tranquilidad-. Y en lo muchísimo que te quiero...

Me acaricia con el dedo pulgar y se ríe.

-Yo sí que te quiero, pequeña. ¿Bailamos?

-¿Pero puedes bailar? Si estás...

-Sí, ya sé que estoy lisiado, no me lo repitas más -se ríe, levantándose-. Vamos.

Me ofrece la mano y la acepto. Caminamos con lentitud hasta que llegamos a la pista de enfrente del escenario. Suena una canción lenta, y las pocas parejas que hay en la pista bailan pegados. Deacon me agarra de la cintura y yo rodeo mis brazos por su cuello, y juntamos nuestros cuerpos. Apoyo la frente en su hombro y suspiro profundamente. Me da un besito en lo alto de la cabeza y apoya su mejilla en la misma.

Pasa algún tiempo hasta que decidimos marcharnos e ir a la playa. Nos sentamos en la orilla y observamos el mar.

-Cuando estaba en coma y tú me hablabas -comienza a decir tras un rato de silencio-, quería ir hacia ti. Te prometo que quería despertarme y volver a verte, porque te escuchaba pero tan solo veía oscuridad, y yo necesitaba volver a ver esa sonrisa tan preciosa que tienes. En realidad no entendía qué estaba pasando, ¿sabes? Era todo muy raro. ¿Y sabes qué fue en lo último que pensé al darme cuenta de que chocábamos?

-¿En qué?

-En ti. Siempre eres tú mi último pensamiento. Y te amo más que a nada en este mundo, pequeña. Por eso quiero pedirte algo.

Me mira a los ojos y sonríe. De pone de lado, mirándome directamente, y se lleva una mano a la espalda. Saca una cajita de sus pantalones y se arrodilla.

-Bonnie, sé que esto es una locura increíble y que solo tenemos diecisiete años, pero lo que yo te propongo es para largo plazo, no tiene que ser ya, por supuesto. -abre la cajita y me deja ver un anillo con un diamantito blanco brillante-. ¿Quieres casarte conmigo?

Guau. Esto tiene que ser una broma. Abro muchísimo los ojos y entreabro los labios, sorprendida. Muy sorprendida.

-¿Qué...?

Ni siquiera me salen las palabras. Deacon, mi mejor amigo desde los diez años, me está pidiendo matrimonio a los diecisiete años.

-Si necesitas pensarlo o...

No dejo que termine la frase porque me tiro a sus brazos y grito de emoción. No sé si el matrimonio a los diecisiete o dieciocho años es la mejor opción, pero tengo claro que mientras que sea con Deacon, nada puede salir mal. Junto mis labios a los suyos y mis lágrimas se mezclan en el beso.

-Claro que sí, sí y mil veces sí -murmuro contra sus labios.

Me rodea con sus brazos y me da mil besos con una sonrisa puesta.

-¿De verdad? -pregunta cuando nos separamos.

-Joder, claro que sí. ¿Cómo no voy a aceptar casarme contigo?

Casarse. Joder. Eso son palabras mayores.

-Cuando acabemos el instituto podemos hacerlo, ¿no crees? -dice feliz.

-Sí, está bien. ¿Cómo se lo vamos a contar a nuestros padres? Nos van a matar -me río.

Se encoge de hombros y me coge la mano para ponerme el anillo. Es precioso, por dios. Me da un beso sincero, hermoso, lleno de sentimientos y lleno de felicidad. Yo también me siento así, feliz. Joder, me voy a casar con mi mejor amigo. ¡Me voy a casar con mi mejor amigo!

Estamos unas horas más en la playa hasta que volvemos a mi casa andando. Le ofrezco quedarse en casa, pero dice que tiene que hablar con su hermano así que termina por irse y dejarme en la puerta de mi casa con una sonrisa tontísima. Me doy la vuelta para abrir la puerta de casa, pero siento cómo ponen algo en mi cuello y me sujetan con un brazo. Me doy la vuelta lentamente y la cara de Laila con lágrimas y contraída en dolor y rabia se topa delante de mí.

-Lo siento -dice, para después clavarme el cuchillo en la barriga.

UNFAIR. (Terminada)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang