UNFAIR. (Terminada)

12.

DEACON

Encesto. Una, dos, tres, cuatro y cinco veces. Corro por la cancha solitaria y boto la pelota a mis pies delante de mí. Vuelvo a ponerme al otro lado de la canasta y la vuelvo a encestar. Me encanta estar solo en la cancha, con la pelota y nada más. Cuando me siento frustrado o triste, aparte de ir a la playa vengo a las canchas de al lado para jugar al baloncesto con la pelota que me regalaron mis padres en mi duodécimo cumpleaños, cuando empecé a jugar. Me paso la mano por la frente sudada y descanso unos segundos para que mi respiración vuelva a ser normal.

Voy hacia el banco de al lado de la cancha y bebo agua. Me siento durante unos minutos y cojo el móvil para ver si alguien me ha llamado o me ha dicho algo. Efectivamente tengo un mensaje de la persona que menos me esperaba que me hablara. Laila me ha preguntado si podemos quedar. Le contesto un rápido "no" y sigo con mi ejercicio. No quiero quedar con ella porque no quiero volver a pelearme con Bonnie por una chica.

Una hora después me largo de la cancha porque estoy demasiado cansado y tengo ganas de tirarme a la cama y dibujar. Camino con tranquilidad por la calle, sin prisa porque hoy no tengo nada que hacer aparte de descansar y dibujar. Bonnie hoy no ha querido salir, se ha quedado leyendo, así que he cogido mi propio camino y me he ido a mi rollo. Cuando llego a mi casa me ducho y me refresco, para después sentarme en mi cama y coger la libreta y el lápiz. No suelo hacer caras, pero esta vez quiero. Comienzo a trazar con el lápiz el contorno de una cara que me conozco a la perfección. Hago sus ojos grandes, su nariz perfecta, sus labios gruesos y su pelo largo. Me concentro solamente en su cara, y ni siquiera hace falta que le vea en foto porque me sé sus facciones a la perfección.

Tras dos horas y media de sombras y fallos, lo termino. Lo miro desde un poco más lejos, con perspectiva, y me gusta. Le echo foto y se lo mando a Bonnie. Se pasan las horas y no me responde, así que decido ir a su casa. Me visto unos pantalones vaqueros y una camisa y salgo de casa. Camino hacia su casa con las manos metidas en los bolsillos y cuando llego no me molesto ni en tocar al timbre. Tengo planes para nosotros. Subo a su habitación y me la encuentro dormida en su cama con el libro en una mano. Sonrío, porque está tiernísima, y me acerco a ella a paso lento. Cuando estoy justo delante de ella, grito con todas mis fuerzas. Abre los ojos con rapidez y se sobresalta.

-¡Deacon! ¡Eres un imbécil! -exclama medio dormida.

Me río a carcajadas y me acuesto en la cama mientras me río. Se levanta y bufa.

-¿Qué haces aquí? -me pregunta algo más despejada.

-Como no me has contestado al mensaje he querido venir a verte. Además, tengo planes para nosotros -me levanto y le sonrío-. Vamos a un bar a beber.

-¿Solos?

-Solos tú y yo, pequeña. Así que dúchate y vístete y nos vamos.

Asiente y va a su armario para coger algo.

-¿Lo eliges tú mientras preparo el agua? -me pregunta mirándome por encima de su hombro.

Asiento rápidamente. Me voy hacia su armario y observo la ropa que tiene con detenimiento. ¿Un vestido? No, demasiado majo para un bar de copas. ¿Pantalones? No, demasiado poco majo. ¿Una falda? Perfecto. Le saco una de las faldas que tiene, con pliegues y negra. Le añado una blusa blanca de hombreras con encaje por la parte superior. Le saco unas sandalias de un tacón no muy alto y acompaño el look con unas pulseras de oro que le regalé hace unas navidades.

Se ducha en diez minutos y sale del baño con una toalla rodeándole el cuerpo. Un recuerdo fugaz de sus pechos me pasa por la cabeza pero lo aparto enseguida. Viene hacia la cama y coge la ropa que le he preparado. Asiente con aprobación y va hacia el baño de nuevo. Cuando sale me quedo mirándola. Va preciosa, como siempre, pero esta vez algo brilla en exceso en sus ojos. Se ha puesto brillo en los labios y se ha maquillado muy levemente. Tiene el pelo ondulado y precioso. Le sonrío y ella a mí, con algo de timidez.