XVII- El día y el siguiente.

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Despertó de su sueño, el cual olvidó a los primeros cinco segundos de despertar

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Despertó de su sueño, el cual olvidó a los primeros cinco segundos de despertar. La vibración que venía desde la mesita de luz era insoportable, pero era culpa de que anoche no había podido dormir por querer terminar un proyecto para pasar la materia de literatura. Al mirar la hora, se habían pasado diez minutos más de los que tenía para alistarse, por lo que se levantó de la cama se un salto, tirando las sábanas de ésta.

Poniéndose el uniforme, pensó en qué le pasaba a Ukai que no la despertó. Cuando se le hacía tarde, el mayor solía despertarla no más de cinco minutos después de que sonara la alarma, alegando que ya había pasado una horas desde que debía despertarse, exagerando como siempre.

Tomando su mochila y el cuaderno dónde estaba el proyecto, salió de su habitación recogiendose el cabello de forma desordenada, luego tendría tiempo de poner la cinta. Bajó por las escaleras, viendo cómo de una de las puertas salía el anteriormente mencionado con un rostro de confusión.

«¿Qué ocurre?» preguntó algo desorientado.

— ¿No viste la hora que es?— lo miró con los ojos entrecerrados mientras se colocaba el abrigo. Antes de que respondiera, olió un peculiar aroma a quemado provenir desde la cocina, dónde salía un humo por detrás de Ukai— Creo que se te quemó algo.

Por la boca de Ukai, supo que éste gritó. Sabiendo que su hermano tenía todo bajo control -o eso esperaba-, se colocó el zapato derecho, mientras que saltaba en el pie izquierdo y viceversa. Abrió la puerta dándole un gran golpe al frío de esa mañana. Gritó un «¡Me voy!» seguido de un portazo.

No reprobaría esa asignatura de mierda.

(...)

—...y supongo que eso es todo.— terminó de explicar el tema a su profesora, quién le prestaba atención a cada detalle que decía, mientras pasaba hoja por hoja al cuaderno que tenía en manos.

La observó por debajo de sus lentes, con una mirada interesada, que luego se transformó en una neutra. Su corazón latía a mil por hora, había llegado justo a tiempo para cuando sonó la campana que daba inicio a las clases, teniendo como primera de ellas literatura. Por suerte, pudo hablar con ella con una silla frente al escritorio de profesores, porque por más de que se llevara bien con sus compañeros, aún le daba algo de vergüenza que la escucharan hablar con el acento que tenía a veces.

La mujer por fin le demostró una emoción luego de devolverle su cuaderno. Ésta le dió una sonrisa mientras decía— Tienes la nota más alta del trabajo. Felicidades.

Se levantó del asiento, inclinándose ante ella dándole las gracias. Volteó para volver a su mesa, cruzándose con Noya que parecía muy metido en lo suyo como para haberla visto casi saltar de la felicidad.

Una vez en su asiento, se inclinó hacia el chico, quién se sobresaltó.

—¡Aprobé!—pensó que había hablado lo suficientemente alto como para que él se asustara.

Escucharte || Haikyuu!!  [Kei Tsukishima] EN PAUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora