XXI- Quedarse quieta y no hacer nada.

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Iba bajando las escaleras a un paso lento, simplemente estaba siguiendo el ritmo del rubio que estaba a una distancia considerable de ella

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Iba bajando las escaleras a un paso lento, simplemente estaba siguiendo el ritmo del rubio que estaba a una distancia considerable de ella. No tenía idea de que hacía con él, y éste no soltó ni una sola palabra.

—Mhm...—comenzó ella— ¿Sí sabes que no estoy en el club de arte?

Esperó pacientemente una respuesta, la cual nunca llegó. Soltó un suspiro y siguió hablando.—Está bien, digo, no sé ni siquiera dibujar una mano. Aunque creo que me saldría dibujar un árbol.

—Sh.

Fue lo único que salió del chico, sin más, resopló fuertemente para que este se diera cuenta de su inconformidad. Pensándolo bien, ni siquiera quiera hablar con él, estaba muy disgustada de todo el tema y no quería saber nada. Pero quería seguirlo para saber que iba a decirle o hacer. Y aparte le convenció un poco más que él haya tenido la iniciativa esta vez, tal vez solo debía darle tiempo para hablarle en vez de atosigarlo cómo hizo esas semanas, pero de igual forma no se arrepentía mucho, ya que era una persona que necesitaba si o sí respuestas claras y directas, si no se hacía la cabeza.

Llegaron a la parte de afuera de las canchas, se dirigieron a un árbol que era bastante grande y se sentaron en el pasto, ella recostandose y él estirando sus piernas a una corta distancia de uno del otro, sus piernas se rozaban y sus brazos se tocaban, suficiente como para que ambos estén satisfechos. Por alguna razón, ese día no hacía tanto frío como venía haciendo, ni siquiera trajo un abrigo, porque consideraba que estaba lo suficientemente fresco como para salir con solo su uniforme normal. El pasto tampoco tenía nieve, es como si ese día todo el clima se hubiera complotado para hacer aquella charla más cálida.

Ya harta y un poco incómoda del silencio de todo el camino, volvió a hablar— ¿Estás nervioso por las nacionales?—pensó que no iba a obtener respuesta, sin embargo, una negación en la cabeza fue suficiente— Ya, Ukai pudo hacer que vaya con ustedes a Tokio mintiendoles un poquitito al director diciendo que iría como asistente del coach. ¡Yo su asistente!, por favor, seguro aprovechó el momento para decir que soy su sirvienta. ¿Sabes?, Cuando éramos niños siempre apostabamos en alguna cosa y el perdedor era quien servía al otro, al parecer quedo algún tipo de resentimiento en él por haber perdido siempre y termine siendo mí sirviente por un mes. Una vez lo obligué a hacerce pasar por mi «hermana» en un lugar de pirciengs porque allí ya lo conocían.—hizo un intento de aguantarse la risa para seguir— Todos al parecer se convencieron de que era mi hermana de América y el dueño estuvo bastante coqueto que ni siquiera pidió identificación, y hasta lo invitó a salir.

Quedó atónita al escuchar una hermosa risa salir de sus labios. Era muchísimo mejor que haber escuchado su canción favorita después de tanto tiempo, no, ni siquiera se comparaba a eso. Quería hacerlo reír todo el tiempo, quería que se le ocurriera otro chiste en ese momento. ¿Quién dijo que la magia no existía?, la acababa de presenciar.

Otro silencio se instaló entre los dos, pero ésta vez era más cómodo, más seguro para ambos. Sin duda Hoshi había aliviado un poco la tensión entre ambos, pero no sabía que había soltado un poco más al rubio a su lado, dándole más ánimos para hablar.

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⏰ Última actualización: Jan 02, 2023 ⏰

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