Capítulo 13

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 Mostrar una actitud desinhibida, era esencial para que el musulmán no sospechara de ella.

—¡Disculpe! ¿Se dirige a mí?

—Si, a usted —dijo el hombre de malos modos.

—¿Qué desea? ¿Y por qué me grita así? —preguntó María en un correcto castellano—. Pensaba que dentro de la Mezquita apenas no se podía alzar la voz. ¿Conoce usted a este señor? —le preguntó María al imán, dirigiéndose hacia el hombre más mayor para que mediara.

     El imán miró a la mujer con cara de preocupación, para seguidamente fijar su mirada en el hombre que había interrumpido de manera tan brusca dentro del aula.

—¿Tiene algún problema?

—Si... —confirmó el musulmán—. Esta mujer estaba escuchando la conversación que mantenía.

—Debe estar equivocado —susurró el imán—. Apenas lleva unos días aprendiendo nuestro idioma. Está interesada en el Corán y no entiende nada.

     El musulmán dudo ante las palabras del imán. Comprendiendo que quizás había cometido una equivocación. Molesto por haber llamado la atención de esa manera, volvió la vista hacia María.

—Disculpe... debo haberme confundido con otra persona —dijo el hombre con cara de disgusto.

       María lo miró fijamente y asintiendo, con una sonrisa amable, le contestó:

—No se preocupe, no pasa nada...

      Contrariado, el musulmán dio media vuelta y se marchó dejándola con la palabra en la boca, mientras María volvió la vista hacia Laura y elevando sus hombros, le hacía un gesto de no comprender nada para que todo el mundo lo viera. Hasta el imán se sintió avergonzado por la actitud del hombre.

—Disculpe la forma de proceder de este hermano. A veces, no tenemos buenos días.

—No se disculpe, habrá sido un malentendido —aseguró María—. Y ahora que todo está aclarado... ¿le importaría que repasáramos lo de ayer? Me cuesta mucho pronunciar las palabras que nos estuvo explicando.

—¿El qué? ¿el saludo? —preguntó el imán.

—Sí, eso. Me temo que me va a llevar tiempo pronunciar bien el idioma. Sin embargo, estoy segura que mi futuro esposo se sorprenderá cuando le de la sorpresa.

—No se preocupe, irá aprendiendo poco a poco. Solo es cuestión de practicar. Yo le ayudaré —aseguró el imán.


Media hora más tarde, María y Laura concluían la clase. Recogiendo sus bolsos, salieron del lugar de forma tranquila. La confidente iba sumida en sus pensamientos y se notaba que estaba preocupada.

—Procura mostrarte alegre. No nos conviene que nos vean nerviosas, Laura. Seguramente habrá alguien vigilándonos. Ese tipo no se ha tragado mi excusa.

—Si por casualidad mi marido se enterase de este incidente, podría enfadarse y no sé qué haría. Ese hombre ha acudido a mi casa dos veces. Me conoce y sé que hablará con Ibrahim.

—Lo sé, por eso no se fían de mí. Como ahora estaremos una temporada sin vernos, dejarán de sospechar. Ya verás como pronto, olvidan este incidente.

—¡Si tu lo dices! —exclamó Laura antes de que llegaran al autobús y nadie las escuchara.

—Confía en mí.

       Laura la miró con curiosidad.

—No entiendo por qué se ha puesto así.

—Cree que he escuchado una de las conversaciones.

LA GUARDIA (Completa)# 1º Premio Romance Gemas Perdidas 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora