Capítulo 15

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Entrado febrero, la orden nacional e internacional interpuesta para buscar al marido de Laura, no había dado resultado alguno. Si el hombre había salido del país, no había sido por los principales puertos o aeropuertos del país, así que otra línea de investigación estaba abierta en el entorno más cercano de Ibrahim. Laura colaboró proporcionando información que pudiera ser de ayuda en el caso, pero cuando no pudo soportar la tensión de encontrarse en una casa vacía y sin sus hijos, decidió marcharse con una hermana que vivía en su pueblo.

      María apenas había podido ver a John. Cuando llegaba a casa, agotada y extenuada, el cuerpo solo le pedía dormir. Y además, debía de estar localizable a cualquier hora en el operativo montado para el seguimiento de los islamistas. Las fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado estaban en constante alerta desde que en octubre, Bin Laden hablara para pedir a los musulmanes del mundo entero que atentaran "en cualquier lugar y en cualquier momento" contra los intereses de varios países y entre ellos, los de España. Y sobre todo tras su última aparición, en un documento en la web Global islamic Media,que contenía un mensaje al pueblo español en el que hacía referencia al ataque sufrido por siete agentes del CNI en Irak.

      María siguió acudiendo a la Mezquita en busca de información pero ya sin el apoyo de Laura. No hubiese sido lógico que la testigo hubiera acudido a las clases de iniciación al Corán habiendo desaparecido su familia.


Mezquita de la M-30 de Madrid, 24 de febrero de 2004.

El tunecino y el Egipcio estaban reunidos en una de las salas de la Mezquita, con el contacto para la captación de hermanos para la causa. Necesitaban miembros preparados para atentar con el comando.

—Hay una persona idónea para incorporarse a la causa. Hace un par de meses abandonó a su esposa española y estaría dispuesto a colaborar —dijo uno de los islamistas.

—¿Crees que estaría disponible cuando lo necesitemos? —preguntó el Tunecino.

—Sí, hablo con él, es posible. Se esconde en uno de nuestros pisos en Madrid, junto a sus hijos.

—Averigua si estaría preparado. Mañana subiremos a Asturias y no podremos volver a encontrarnos de nuevo —dijo el Chino.

—Que Al-lāh les acompañe —respondió el contacto a los dos islamistas, mientras abandonaba el lugar. 


Concejo de Belmonte de Miranda(Asturias), 29 de febrero de 2004.

Al día siguiente, José estaba nervioso mientras esperaba la llegada del chino. A pesar de llevar ropa de abrigo, hacía un frío de mil demonios en la boca de la Mina Conchita y aquel lugar, le traía recuerdos desagradables. Después de las horas que había pasado trabajando allí, ni siquiera había tenido derecho a una indemnización. Había desperdiciado parte de su juventud, mientras los dueños le pagaban, echándolo a la calle. Ahora tenía la oportunidad de vengarse. Iban a lamentar haberlo despedido sin ninguna consideración.

     Escuchando un ruido, José salió fuera para comprobar que fueran ellos. Y efectivamente, el Chino y el Tunecino estaban entrando en las inmediaciones.

—Menos mal que aparecéis. Pensé que no vendríais ya... —dijo José enfadado.

—Tranquilo hermano, hemos tardado un poco más de lo previsto. Hemos tenido que robar el coche en el que vamos a bajar los explosivos —dijo Youssef Ben Salah.

—¿Dónde lo habéis dejado? —preguntó José.

—En la puerta de la mina.

—¡Daros prisa! Hay que cargar las cajas cuanto antes, no quiero que nadie me vea aquí.

LA GUARDIA (Completa)# 1º Premio Romance Gemas Perdidas 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora