Capítulo 5

2.4K 304 14
                                    

Después de soltar aquel bombazo, Isabel esperó una reacción más violenta por parte de su familia. Sin embargo, sus padres la sorprendieron apoyándola en aquella decisión. Su padre, por fin, había transigido y comprendido, que a pesar de que Borja provenía de una reputada y acaudalada familia, por llamarlo de algún modo, no todo parecía tan perfecto como aparentaban. Cuando empezó a salir con Borja, nunca se imaginó que éste, llegaría a consumir drogas o que la obligaría a seguir sus pasos.

     Sabía que la familia de Borja vivía al margen de la realidad con respecto a su hijo. De día, Borja trabajaba en el bufete con su padre, aparentando ser un respetable e incipiente abogado, pero por la noche, todo era muy distinto. La noche sacaba lo peor de cualquier ser humano y las compañías que últimamente frecuentaba junto con una cartera llena de billetes, habían hecho que se juntara con gente poco recomendable. Alcohol, drogas y últimamente sexo, era lo único por lo que se desvivía. A Borja le gustaba vivir al límite pero para ello, necesitaba el dinero que su padre le pasaba cada mes y cómo no, la necesitaba a ella.

     Isabel no era tonta. Sabía que con ella, podía seguir manteniendo la fachada de normalidad como joven respetable y trabajador, enamorado de su novia. Sin embargo, por mucho que la amenazara y que hubiese intentado callarle la boca, no iba a lapidar su vida porque él tuviese otras propósitos en mente. No volvería a salvarle el pellejo delante de su padre, ni le daría más coartadas. Isabel iba a dejarle y no volvería a saber nada más de él. Podía buscarse cualquier otra novia que accediera a su ritmo de vida. Al fin y al cabo, le había dejado bastante claro lo poco que la quería.

     Como cualquier lunes, era día laborable e Isabel y su padre estaban atendiendo el negocio familiar, cuando alguien entró en la tienda. De reojo, comprobó quién era el cliente que pasaba al interior de la tienda. La mujer a la que estaba atendiendo en ese momento, ni siquiera se percató del cambio de su semblante. Sin embargo, tensa e inquieta, terminó por atender a la cliente y devolverle el cambio de su compra para que se marchara cuanto antes.

      Su padre, al otro lado del mostrador, miró hacia Borja poniéndose rígido al instante. Sin embargo, tampoco pudo acercarse hacia él, al estar atendiendo a otra persona más. Isabel miró con disimulo a su padre y simplemente con la mirada, le rogó que no intercediera. Que la dejara hacer.

     Cuando Isabel terminó de atender a la cliente que tenía delante, Borja aprovechó el momento y con una falsa sonrisa, se acercó hasta ella.

—¿Aquí es donde te escondes? —preguntó Borja con cara de pocos amigos.

—¡Márchate! —le susurró Isabel.

—¿No vas a darme un beso? —preguntó Borja, apoyándose en el mostrador e intentando acercar su rostro.

     Sarah observó el color de las pupilas de Borja. Decían que los ojos son el espejo del alma y Borja, no podía disimular su estado.

—¿Cómo puedes ir puesto tan de mañana? Además, ¿no deberías estar en Madrid?

—Te he hecho una pregunta... —gruñó Borja agarrándola fuertemente de la muñeca y aprisionándosela.

—¡Suéltame! —dijo Isabel retirando el brazo con fuerza, desprendiéndose de él.

—¡Vaya, vaya... la mosquita muerta! ¡Qué poco valoras todo lo que he hecho por ti! —le susurró Borja.

—¡Ya puedes marcharte de aquí! —le dijo una voz de hombre a su lado.

      Borja se volvió y comprobó que era el padre de Isabel. El hombre que siempre había sido una balsa de aceite, ahora mostraba un semblante tirante y enfadado con él.

LA GUARDIA (Completa)# 1º Premio Romance Gemas Perdidas 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora