Capítulo 1

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Valdemoro (Madrid), 10 de marzo de 2004.

Acostado, con el cuerpo tenso y caliente, las sabanas de la cama del hotel, olían al olor almizclado después de haber tenido una frenética noche de sexo con la mujer que permanecía tendida a su lado. Las luces tenuemente encendidas, a ambos lados de la cama, concedían una iluminación relajante; tranquilidad que Jhon estaba lejos de sentir. Como si cayera en un profundo y oscuro abismo por el que ya había pasado antes, María se marcharía en unas horas a una misión arriesgada y sabía, que en cuanto la dejara ir, cabría la posibilidad de no volver a verla. Le daba pánico pensar que pudiese correr cualquier mínimo peligro y le ocurriese algo. Sin dudarlo, se cambiaría por ella si pudiese hacerlo. Otra vez, volvía a sentirse impotente; con la sensación amarga de revivir el pasado, de volver a perder la persona que más amaba. Perdidamente enamorado de ella, se debatía entre el instinto sobreprotector que le inspiraba y la confirmación fehaciente de que a María no le quedaba más opción que cumplir con el trabajo que le habían asignado. Independiente, obstinada y con un sentido del deber inigualable, no había conocido mujer más decidida que ella, a ejercer esa profesión destinada solo a hombres.

     María no conseguía dormir. Con los ojos cerrados, presentía la tensión de Jhon y cada movimiento que hacía en el mullido colchón; haciéndole intuir, el desasosiego que invadía a ese hombre suyo. Era la última noche que pasarían juntos hasta que pudieran verse de nuevo y sabía, que su marcha era inevitable. Les quedaba muy poco tiempo y no quería que Jhon se preocupara más de lo normal. Quería que dejara de pensar en los riesgos que corría, a pesar de que comprendía sus motivos.

     Los brazos masculinos, la rodeaban fuertes y protectores. Era una sensación reconfortante que la tentaba a quedarse allí indefinidamente, pero el deber la llamaba. Sin levantar la cabeza y estrechando el cuerpo de Jhon, escuchó el latido inquieto de su corazón.

—Jhon, no lo pienses más; no pasará nada te lo prometo. En cuanto menos lo esperes, estaré de vuelta.

     Jhon la acercó un poco más a su cuerpo y la abrazó como si no quisiera soltarla jamás. La escuchaba perfectamente, pero un nudo en la garganta le impedía hablar. Unos segundos después, movió la cabeza y atrapó su boca con un beso destinado a seducirla. Si aquel día, no se hubiera atrevido a darle aquel primer beso, se habría perdido lo mejor de su vida. Porque a parte de Carol, María era lo mejor que le había pasado en su sencilla existencia. Encontrarse en Madrid con aquel torbellino de mujer, era una suerte que no se había esperado. Hastiado de la vida y decidido a pasar página tras la muerte de Carol, María había llegado como un soplo de aire fresco a su mundo para ponerlo todo patas arriba.

—No puedo soportar, saber que estés en peligro —dijo el militar clavando los ojos en ella—. Prométeme, que no te arriesgarás más de lo necesario.

—¡Júramelo! —volvió a insistir Jhon.

—Te lo juro. Mira... —dijo María enlazando su dedo meñique con el de la mano derecha de él— ¡Ves, palabra de guardia civil! —sonrió mientras intentaba que el se relajara un poco.

     En vez de soltar su dedo, Jhon lo aprisionó con más firmeza, estirando de él.

—Pues no olvides tu juramento porque voy a esperarte y a casarme contigo en cuanto te tenga de nuevo entre mis brazos.

     Las palabras afectaron tanto a María, que asintiendo con la cabeza, le confirmó lo que él quería escuchar. Ningún hombre se había preocupado tanto por ella hasta el punto de proponerle matrimonio. Jhon, estaba decidido a derribar lo que durante años le había costado tanto construir. Entre el mundo y ella, había interpuesto una barrera; y ahora, estaba al borde de un precipicio, sabiendo que podía caerse irremediablemente, pero que era demasiado tarde para intentar salvar el escollo. Quería tanto a Jhon, como él a ella.

LA GUARDIA (Completa)# 1º Premio Romance Gemas Perdidas 2019Where stories live. Discover now