Epílogo

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Los intensos rayos del sol de la tarde se colaban por las rendijas de las contraventanas de madera, posándose sobre el sofá sobre el que estaba tumbada. Clavando la vista en la pared encalada que tenía enfrente, María disfrutó del silencio, nada habitual en la casa.

      John se había marchado con Paula y ambos estaban dando un paseo, permitiéndole aquel pequeño y tan necesario descanso. A esas alturas, ya debería haberse acostumbrado a su nuevo estado, pero todavía no quería hacerse esperanzas. Necesitaba la confirmación.

     El teléfono sonó y María aprovechó ese instante para levantarse del sofá. Un ligero mareo la sacudió al levantarse deprisa, pero agarrándose a la mesa, intentó alcanzar el teléfono. Estaba esperando esa llamada desde hacía dos días.

      —¿Si...?

     —¿María González Martínez? —preguntó la voz desde el otro lado de la línea.

     —Sí, soy yo.

     —Le llamo desde el ambulatorio médico. Los resultados de la prueba han dado positivo...

      María sonrió mientras los ojos se le anegaban de lágrimas.

     —¿Seguro? —volvió a preguntar María, intentando escuchar por segunda vez aquello.

    —Seguro —sonrió la voz desde el otro lado—. Está embarazadísima...

     —Gracias... —dijo María incapaz de contener la alegría, a pesar de que su instinto le decía que aquello no tenía marcha atrás. Su ausencia de periodo y su cansancio, sumado al sueño que últimamente la vencía, era la prueba fehaciente de su nuevo estado.

     —Próximamente, la comadrona se pondrá en contacto con usted para llevar su embarazo.

      —Muchas gracias —susurró María colgando el teléfono.

    De pronto, un hormigueo irresistible de hacer cosas la invadió. Necesitaba preparar una cena especial para darle a John la noticia. Su esposo no podía siquiera imaginarse que fuesen a ser padres de nuevo. No le había contado nada del análisis que se había hecho. Quería que fuese una sorpresa.


 —¡Mamá! —gritó Paula desde la entrada de la casa.

      —¡Si! Estoy en la cocina —dijo María atareada con la cena—. ¡Habéis llegado antes de hora! —respondió María contrariada sin que John la escuchase.

     —¡Mamá! —volvió a insistir su hija entrando como un terremoto a la cocina, seguida por su padre.

      —¡Uhm! ¿A qué huele? —preguntó John apoyado en la puerta.

      María se obligó a darse la vuelta y a mirarlo.

      —¿Tú que crees? Estoy preparando tu cena preferida...

      —¡¿En serio?! Pero si a ti no te gusta la cocina...

      —Pues ya, pero me he levantado de la siesta y me he levantado con las pilas renovadas.

     John acortó la distancia que los separaba y estrechándola con fuerza, le susurró:

     —¿Y esas pilas le durarán hasta esta noche? Tengo pensado hacer algo con mi esposa. Últimamente, se duerme antes de que consiga meterme entre las sábanas... —insinuó John apretándola contra su cuerpo.

       María sonrió y dudando en si decírselo ahora o más tarde, no pudo aguantar más la sorpresa.

      —¿Y no se ha preguntado el porqué de eso?

LA GUARDIA (Completa)# 1º Premio Romance Gemas Perdidas 2019Where stories live. Discover now