Capítulo 3

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 Puente de Génave, 2 de diciembre de 1983.

Solo faltaban tres semanas para que comenzaran las vacaciones de navidad. En el colegio se notaba un cierto aire festivo y algunos niños junto con la directora, habían estado colocando en el hueco que había enfrente de secretaría, las figuritas del belén como era costumbre por todos los años. Para María, esas fechas eran su época preferida. El fin de semana anterior, su madre y ella, habían aprovechado el puente de la inmaculada para colocar el modesto portalito de belén y el árbol de navidad. Su padre le había cortado una rama de pino y su madre había sacado los adornos de la caja donde siempre los guardaba.

     Los niños estaban agitados y contentos, terminando de colocar el belén cuando el timbre sonó, anunciando el cambio de hora. La directora les dio las gracias por haberla ayudado y pidiéndoles que regresaran a sus clases, terminó con el jolgorio.

      Mientras tanto, en la sala de profesores, la maestra doña Lola mantenía una conversación con don Pedro, el orientador.

—Lola, toma los resultados de las pruebas que me solicitaste y efectivamente, llevabas razón. María González tiene un cociente intelectual muy alto para su edad y te puedo asegurar que es brillante. Esa niña puede conseguir lo que desee. Si quieres, preparo el informe para que el año que viene podamos adelantarla un curso más, pero tendremos que hablar primero con los padres y pedirles la autorización.

—Muy bien. A lo largo de la mañana, preparo la carta y se la entrego a María para que se la entregue a sus padres.

—¿Qué día vas a tener la entrevista con ellos? —preguntó Pedro haciendo anotaciones en una agenda.

—Sé que no hay prisa, que tenemos el resto del curso para preparar los informes, pero ya sabes cómo son las cosas en Educación; cuanto antes se manden, antes se quedará todo arreglado. No quiero que me pille el toro, a última hora. Le daré cita para la semana que viene ¿qué te parece?

—Está bien, de acuerdo. Para la semana que viene traeré la documentación que falta para que la firmen y den su consentimiento, ¿algo más?

—No, eso es todo —dijo la maestra Lola mientras se levantaba de la mesa—. Me voy. Acaba de tocar el timbre y no hay nadie en la clase. Ya te veo la semana que viene Pedro.

—Hasta luego, Lola —se despidió el orientador mientras guardaba los resultados de las pruebas de evaluación de María, dentro de su maletín.


     En ese mismo momento, pero en el consultorio médico, don Manuel mantenía una conversación con Ángela, la madre de María. Habían llegado los resultados de las pruebas y tenía que comunicarle a esa mujer una mala noticia.

—Siéntate, Ángela, ¿cómo sigue el brazo?

—Bien doctor, en el Hospital de Úbeda me lo escayolaron después de que me revisase el traumatólogo. Me tuvieron casi todo el día allí y por poco pierdo el autobús de vuelta... —dijo Ángela mirando al hombre con una sonrisa.

—¿No te acompañó nadie al hospital? —preguntó el médico con preocupación.

—No. José no podía dejar de coger aceituna. El dueño de las olivas les está metiendo prisa para acabar de recogerla antes de que se eche encima el mal tiempo y mi madre tenía que quedarse con mi hija. ¿Han llegado ya los resultados, don Manuel?

—De eso quería precisamente hablarte. Sabes que me contaste que te dolía el pecho..., bueno pues había una razón para ello. En una de las pruebas que te hicieron, te han detectado una pequeña mancha en uno, precisamente el derecho que es donde decías que te dolía.

LA GUARDIA (Completa)# 1º Premio Romance Gemas Perdidas 2019Место, где живут истории. Откройте их для себя