Talk Dirty To Me (REBORNPLAY)

Nightmares

[Continuación del capítulo Dreams]

—¡Ah! ¡Fóllame más maldito desgraciado!—

Ante su exigencia, dio un suspiro lleno de deseo y un gruñido, hizo lo que se le exigió por complacerlo, ya que Raúl ya había cumplido su parte del trato.
Mientras embestía de esa forma brutal y precisa, empezaba a recordar cómo habían llegado hasta ese punto, donde yacía uno de sus alumnos del tercer grado gimiendo, llorando y luciendo de la poca ropa femenina que llevaba puesta.

La diferencia y lo que distinguía a Raúl entre sus compañeros era su favoritismo por este chico, ¿desde cuándo? Desde que lo vio ahí sentado, tan hermoso, deslumbrante, sonriente. Sin dudas acaparó su atención.
Sabía que estaba mal pensar en aquello, lo reflexionaba mientras degustaba de su café que su amigo le preparó y que fue colocado en su termo favorito. Reflexionó de camino a casa, después de haberse quedado con Raúl, recordando su rostro rojo, el sudor y los gemidos que soltaba mientras dormía. La erección que vio por debajo de su butaca confirmó sus sospechas. Un sueño húmedo.

Al principio no sabía cómo reaccionar cuando uno de sus alumnos estaba teniendo un sueño húmedo. Acercársele y saber si se dejaría tocar no era una opción. Lo observó por un momento, sujetando con más nervios su termo. En algún momento dejó su café y se acercó con lentitud hasta Raúl, quien jadeaba, gemía leve y se revolvía. Se detuvo a acariciar su muslo y rodilla recibiendo un largo gemido. Hubiese tocado más, hubiese dicho más, pero tenía sus principios e hizo lo primero que se le ocurrió: despertarlo.
Aunque quisiese escuchar más de sus gemidos, sabía que se vería muy mal si llegase algún profesor a supervisar y se encontrase a uno de sus compañeros de trabajo restregar su mano por los muslos de un alumno ¡que horror!

Lo excusó y también a sí mismo diciendo que le había dado un golpe de calor, llevándole luego un helado frío y obligándole a quitarse el suéter, pudiendo observar su delgada y perfecta figura. Una figura que le quitó el sueño y le dejó mucho en qué pensar. Tanto por reflexionar que terminó haciéndose varias gayolas hasta que se cansara en su totalidad, no tenía tiempo de recordar su figura esbelta, sus jadeos y gemidos, su expresión de cólera y mucho menos ese corazón dibujado en su libreta. Revolviendo todo aquellos recuerdos volvían a endurecer su miembro, y con ello, despertaban sus instintos, convirtiendo su anterior calma y orgasmo para iniciar otra sesión de asquerosas gayolas que giraban alrededor de Raúl.

Una semana entera fue donde sin quererlo, ambos se lanzaban indirectas muy directas, las cuales ignoraban y se hacían los bobos, fingiendo que no tenían idea de que podrían significar las pequeñas palabras como "Piña" "Horchata" "Leche", siendo dichas alguna vez en el receso, donde Raúl fue mandado a comprar el almuerzo para su profesor Toni Gambino, quien impartía su taller de música. Lo había mandado a la cafetería por un café con leche y unos panecillos. Las casualidades llegaron cuando vio a su profesor estar en la misma cafetería, comprando una ensalada y llenar su típico termo.

Hablaron algo incomodos, por una parte estaba Renato, quien no dejaba de ver su cartón de leche que tenía entre sus manos y un panecillo en la otra mano, el cual estaba empaquetado. Empezaron a hablar de los tipos de leche y sus variantes, texturas, sabores, colores, descremada y condensada. Leche condensada... de la leche condensada hablaron acerca del agua de horchata, ¿qué tan mala y buena podía ser? Después de todo era leche, leche y agua ¿qué se creía el tipo que creyó que sería buena idea tomar agua y leche?
De la horchata empezaron a hablar de la piña que había en la ensalada de Renato, ¿de qué podían hablar acerca de la piña? Hablaron de su sabor, agrio pero delicioso.

¿Cómo una conversación podía volverse tan sexual?

Sin quererlo, se empezaron a insinuar mutuamente. Así fue cuando Raúl encontró un corazón más grande al lado del que había dibujado su amiga Sara, junto a un impecable "Well done!" una carita feliz y un diez.