Five Dolars

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—No estás ni cerca de ser considerado como valiente, Auron—

Y él sólo atinaba a reírse con nervios, sonrojarse y ocultarse tras su amigo Jaume, o Perxita, quien estaba enternecido con la situación de su mejor amigo.

Habían llegado al mejor centro comercial, donde, por la sección de Música, estaba Reborn, un joven de tercer año a quien veía como alguien de gran estilo por su forma de vestir, de actuar y de su gran aura de madurez y seriedad que derrochaba. Por tanto, era el amor platónico de Auron, o Raúl.

Lo conoció al hacer sus respectivas compras para su ingreso al bachillerato; no podía alcanzar un libro y fue cuando ese ser humano, radiante y apuesto -aunque también alto- llegó para alcanzarle el libro que no alcanzaba por su estatura. Le mostró la mejor de las sonrisas y le hizo sentir sumamente nervioso, cuestionándose si realmente le atraían las chicas, cosa que terminó por descubrir, que no era así.

Se sentía tan avergonzado, no quería ir hacia él y saludarle, y con ello era imposible cumplir el reto de su amigo.

Cinco dólares por un beso del apuesto joven.

No podía pedirle la hora y le habían retado a comerle el morro; podía negarse rotundamente, pero claro, él es un gilipollas adolescente que necesita el dinero para poder completar su recaudación para el disco que quería. Esos cinco dólares le costarían un puñetazo asegurado, quizás hasta una demanda y una pérdida asegurada de toda su dentadura inferior. Le aterraba imaginarse a sí mismo sin sus dientes, se parecería a su bisabuela, ella que comía sus alimentos en puré y sólo provocaban las más sonoras arcadas arrancadas de su interior. Mierda, quería sus dientes, pero también esos cinco dólares.

Y también quería besarlo, claro estaba.

—¡Basta!—Exclamó su amigo de moño, 8cho, cómo le llamaban. —¡Si a Raúl le faltan huevos para acercársele, yo besaré a ese guapetón y los cinco dólares serán míos!

Eso le molestó.

—¡Su madre sí que será tuya, cara anchoa!—Respondió, cegado de su molestia. —¡Los cinco dólares son míos, cabrón!

—¿En qué mierda te lo gastarás? ¡Yo lo necesito para volver a casa, que Jaume no me quiere llevar luego!

—Búscate alguna forma de solucionarlo, gilipollas, porque los cinco dólares son para mí y para David Bowie, ya que tendré en mis manos su fabuloso vinilo y te vas a cagar—Mencionó, alejándose de sus amigos y llegado hasta la tienda de música, arrepintiéndose cuando entró.

Bien, la molestia y la cobardía no podían ir muy bien de la mano.

Pero en los estantes vio la sección Pop, observando el descuento que tenían en los vinilos de David Bowie, y se volvió a llenar de esa confianza que recogía del suelo. No podía llegar ahí y sólo comerle el morro, al menos una cita le sentaría bastante bien. Le molestaría mucho a ese guapo chico, lo sabía muy bien, y por ello quería mantener sus dientes en su sitio, pero también ansiaba el vinilo y besar sus labios.

Batallas internas de adolescente.

Tuvo la valentía de acercársele, sintiéndose nervioso de ver la textura de su camisa color negro, le quedaba demasiado bien. Se sentía tan sonrojado y avergonzado, realmente no quería hacerlo sentir incómodo, y sería tan inapropiado sólo besarle e irse por sus cinco dólares. Sabía muy bien que sus amigos ahora mismo estarían afuera, esperando que la acción comenzara, y eso no ayudaba en nada con sus nervios.

Finalmente, se armó de valor para llamar su atención.

—Disculpe...—Murmuró pinchando su espalda con su dedo índice. Al instante llamó su atención, al igual que lo asustó.

Talk Dirty To Me (REBORNPLAY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora